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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Todo no está perdido

Hay gestos que no hace muchos años entraban en la norma de comportamiento del mundo de la edición y que, con el tiempo, han caído en desuso. Hace pocas semanas he tenido el raro privilegio de que el Grup 62, de Barcelona, propietario de la marca Muchnik Editores, me comunicara lo que luego se hizo público: el cambio de nombre de la editorial que yo fundé en 1973 y que, mediante una maniobra legal pero desleal, perdí en 1990 a manos de mis entonces socios. El hecho, que en sí no merece sino la docena de líneas que se publicaron en todos los periódicos, tiene trascendencia a la vez sentimental, práctica y ética.

En lo sentimental, no hace falta recordar que el plural del sustantivo 'editores' abarcaba a mi mujer, a mi padre y a mí, con lo que su uso por parte de otra gente fue, durante casi doce años, motivo de resignada indignación por parte de los tres Muchnik.

En lo práctico, el abandono del uso de dicha marca por parte del Grup 62 no puede sino despejar el cúmulo de confusiones del que fui víctima como editor durante ese lapso. Tanto los autores como los distribuidores, los libreros, el público general y los periodistas ya no tendrán motivos para pedirme cuentas, reclamarme información ni sorprenderse por no encontrarme a mí personalmente a cargo de Muchnik Editores. Más de un autor extranjero, sin intentar ser exhaustivo en los ejemplos, viajó expresamente a España para que, en comidas o cenas amistosas, le explicara yo cara a cara el intríngulis de esta exasperante duplicidad, por laque resultaba que, en definiti-va y pese a su más íntima convicción, no había sido editado por mí.

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Finalmente, en lo ético, la decisión del Grup 62 brilla, en un mundo dominado por la jugarreta, como un ejemplo de comportamiento digno de ser imitado. Capitalismo salvaje o liberalismo rabioso, poco importan las etiquetas: la vieja ética editorial que rigió el nacimiento y florecimiento de editoriales legendarias como las de Einaudi, Barral, Gallimard, Knopf o Hanser, es hoy cosa del pasado, motivo de nostalgia desesperada entre los viejos y, hélas, de risa por parte de los bisoños. Lo que estos últimos ignoran es que, en aquellos tiempos y precisamente a causa de ello, se vivía mejor.

Quiero revelar aquí que el Grup 62 ya había tenido conmigo un gesto del mismo calibre moral cuando, hace poco más de un año, me devolvió, físicamente, los archivos de Muchnik Editores, esos mismos archivos cuyo acceso me había sido vedado desde 1990. Editorial esencialmente personal, los archivos de Muchnik Editores contienen, además de la correspondencia empresarial, muchos documentos de índole privada: cartas de Canetti, Davenport, Sontag, Calvino, Chatwin y no pocos otros; fotos de familia (hasta de mis nietos); borradores de escritos míos; una verdadera tajada de vida que cubre los 17 años de 1973 a 1990.

El motivo de estas líneas, además de agradecer al Grup 62 su actitud moralmente ejemplar, no es sino el de transmitir a todos los amantes del libro la alegría de haber encontrado este inesperado rayo de esperanza. Todo no está perdido.

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