A vueltas con la nómina de enero
Casi no me atrevo a decir que soy funcionaria porque supone ponerme en contra a la mayor parte de la gente. Pero lo soy y por eso quiero contar los sobresaltos que me produce, todos los años, la nómina de enero.
A mediados de febrero recibo la nómina, de la que esperaba el aumento del 2% correspondiente y, efectivamente, éste estaba ahí. Pero vino acompañado de un aumento superior en las retenciones del IRPF y, como consecuencia, el importe neto resulta inferior a lo que percibía en el año anterior.
En los últimos años, entre congelaciones y subidas inferiores a la inflación, los funcionarios hemos visto disminuir nuestro salario real, pero, además, desde que está en vigor el nuevo IRPF no se ha deflactado la tarifa, lo que supone, al ser un impuesto progresivo, pagar más por este impuesto y ver también reducida nuestra renta disponible.
No obstante, se puede entender la dura tarea de los ministros de Hacienda y Economía vendiendo veleidades y también pueden estar tranquilos porque, por ahora, el cinismo no constituye delito.