_
_
_
_
Reportaje:

El falso Mohamed

Un actor canario finge ser marroquí para actuar en una película, pero lo despiden al descubrir la treta

Antonio Jiménez Barca

Harto del paro, Salvador Quesada, un actor canario de 35 años, se dijo hace unos meses: 'No tengo nada que perder, así que allá voy'. Y se fue al casting de la próxima película de Chus Gutiérrez, Poniente, disfrazado de marroquí. Se había enterado de que la directora de Sexo oral buscaba actores de Marruecos para algunas escenas y, tras mirarse al espejo, concluyó que la treta podía salir bien. Al entrar en la sala del casting se presentó hablando con acento falso: 'Hola, me llamo Mohamed. ¿Es aquí dónde buscan actores árabes?'.

'¿Qué podía hacer? Aquí sólo trabajan los famosos, y, que yo sepa, Robert de Niro también consiguió un papel así', explicó la semana pasada en el parque del Retiro. Quesada guardaba varios ases en la manga para que su Operación Mohamed fructificase: su tez morena y que meses antes de presentarse al casting había trabajado en una obra de teatro titulada Pasajeros, en la que interpretaba a un árabe, Hassan, que llegaba a España en patera. 'La verdad, yo ese papel me lo curré. Había estado ya en bastantes países árabes y cogí el acento, y mezclaba ese acento con verdaderas palabras árabes. Así que el público se pensaba que yo era de verdad marroquí. Y si el público de una obra de teatro creía que era marroquí, ¿por qué no los directores de casting?', se preguntó..

Así que Salvador se personó en la prueba presentándose como Mohamed y con las ropas de Hassan: llevaba puestos la chaqueta, el pantalón y el gorro con los que actuó en Pasajeros.

Hubo una primera prueba en que Salvador, hablando todo el tiempo un español voluntariamente torpe (aunque casi impecable desde el punto de vista gramatical) tuvo que rodar varias escenas para una videocámara. Y pasó. 'Me pidieron un currículo, se lo di, y un número de teléfono, y se lo di, claro. Me dijeron que ya me llamarían'.

Para prevenir posibles malentendidos (y echar al traste todo el empeño), Salvador dejó apuntado en la puerta de la nevera del piso que comparte que si alguien preguntaba por Mohamed, Mohamed era él.

Pasaron cerca de tres meses. Salvador casi se había olvidado de la historia. Había trabajado durante este tiempo en fiestas infantiles como animador. Y un día, esperando en la cola de la ventanilla de un banco, sonó su teléfono móvil:

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

-¿Diga? (con acento español)

-¿Mohamed?

-¿Qué? (con acento español todavía)

-Que si está Mohamed. Llamo de la productora de Poniente.

Salvador cayó por fin y cambió meteóricamente el acentó.

-Ah, sí, sí, dime, dime.

Las tomas de vídeo de Salvador-Mohamed habían gustado a la directora. Le llamaban para una segunda prueba.

'Yo ya no me acordaba. Los del banco alucinaban cuando me oyeron hablar con acento marroquí, pero, claro, tenía que seguir. ¿Qué podía perder?'.

Le mandaron un fax con el texto del papelito que debía rodar, todavía en vídeo. Él interpretaba a un marroquí que se enfrentaba en Almería al dueño de un invernadero que explotaba a sus trabajadores. Lo hizo. Lo hizo bien. Y Chus Gutiérrez lo aceptó.

'Yo tenía intención de llegar hasta el final, entre otras cosas porque ya no podía echarme atrás', relata el actor. Pero surgió un problema. La productora, una vez aceptado Mohamed (Salvador), le pidió que ensayara, un par de días después, con un actor marroquí.

'Y aquí me vine abajo. Yo engaño al público del teatro, a los de la productora, a Chus Gutiérrez. Pero a un actor marroquí no había manera. ¿Qué hubiera pasado si me habla en árabe, si me saluda siquiera en árabe? Debía decir la verdad', añade.

Y aquel mismo día intentó conectar con Chus Gutiérrez. Le dijeron que estaba muy ocupada, en Almería. Que si era muy importante.

-Sí, sí, sí. Es muy importante -respondía Salvador con acento de Mohamed.

Chus Gutiérrez le llamó por fin por teléfono. Todavía con acento árabe, Salvador empezó a explicarse:

-Mira, es que yo tengo una cosa que decirte, y es que... , pues que no soy marroquí, que soy canario, que estaba en el paro y necesitaba el papel.

La directora se quedó tan sorprendida que le pidió 30 minutos para reflexionar. Al cabo de los cuales volvió a llamar a Salvador. Le explicó que era un excelente actor, pero que ella pedía actores árabes. Que no era posible. Que lo sentía.

-Yo no lo entiendo mucho, pero lo respeto, claro -dice Salvador.

La directora confiesa que con la treta del actor canario se sintió 'gratamente estafada'. 'Es en verdad un gran actor, con gran sentido del humor, pero no podía contratarle', añade.

Desde entonces, Salvador sigue buscando trabajo. Se acuerda de Robert de Niro: 'Me han contado que él, en Malas calles, se hizo pasar por drogadicto para conseguir un papel. A él le salió y mira dónde está. ¿Qué podía perder yo?'.

Salvador Quesada, la semana pasada, en el Retiro.
Salvador Quesada, la semana pasada, en el Retiro.CLAUDIO ÁLVAREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_