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Entrevista:Renata Tebaldi | MÚSICA

'Escucho mis discos casi todos los días'

Jesús Ruiz Mantilla

Son ya 80 años los que tiene esta diva irrepetible y jubilada del canto. El pasado día 1 de febrero, fecha de su cumpleaños, lo celebró por todo lo alto, con una gran fiesta. Renata Tebaldi guarda un retiro discreto en Milán y su voz todavía suena fresca, amable, alimentada de una extraña y serena felicidad al otro lado del teléfono. Está retirada, pero no incomunicada. De hecho, se ha convertido en una forofa de Internet. 'He recibido más de 200 mensajes de felicitación de todo el mundo', dice. Y la compañía de discos Decca le ha hecho un regalo especial que nos la devuelve en sus mejores papeles. Aquellos del repertorio italiano que dignificó en su voz durante 32 años de carrera. Se trata del disco La gran Renata Tebaldi, editado este mes y que probablemente hoy mismo, ella esté disfrutando. 'Escucho mis discos todos los días', asegura la artista. 'Me traen muchos recuerdos, muchos momentos, una gran felicidad'.

Italia salía del desastre de la II Guerra Mundial y no encontraba mejor agua oxigenada para sus heridas que la ópera. Por aquel entonces, en 1944, una joven de 22 años, natural de Pesaro, debutaba en el Teatro Social de Rovigo en el papel de Helena, de la ópera Mefistófeles, de Arrigo Boito. Poco a poco, desde entonces, se fue forjando la leyenda de su voz natural, aterciopelada, sugerente, de gran carácter, que rindió durante años a una de las facciones más fanáticas del mundo de la ópera: los tebaldistas. 'Sobre todo esos que me tiraban flores desde el quinto piso', recuerda ahora.

Su carrera coincidió en el

tiempo con la de otro mito de la ópera, que cambió la manera de concebir los personajes e introdujo la teatralidad, el dramatismo, la interpretación dentro de un mundo demasiado rígido en el que casi exclusivamente contaba el canto: María Callas. La lucha por el trono de las sopranos todavía dura. En vida, ganó Callas. La historia juzga distinto.

Pero Renata Tebaldi está satisfecha. Cree que nadie le ha quitado nada en los tratados y que se la reconoce y se la entiende bien. No guarda rencor. 'Hoy, la gente ha comprendido justamente el sentido de mi canto. El tiempo construye todo lo que es verdad, el verdadero significado de las palabras', comenta la artista.

Tebaldi no ha perdido la pasión por la ópera. Escucha sus discos casi todos los días. Asiste a los ensayos en La Scala de Milán, teatro en el que fue reina indiscutible nueve años, entre 1946 y 1955, y donde dio su último recital el 23 de mayo de 1976. 'Voy a los ensayos. Y la gente todavía respeta mi opinión', asegura. Da consejos encantada ya que no puede enseñar. 'Los médicos me han dicho que descanse, que no trabaje más', asegura con una sonrisa que se adivina resignada y algo nostálgica.

Cree que el mundo de la ópera hoy es muy diferente del que a ella le tocó vivir y siente que peor. 'Es lógico, cada época tiene su manera de pensar y de hacer. Antes los cantantes éramos las estrellas de la ópera, hoy ya no. Eso es malo para el teatro, malo para las voces. Es el espectáculo el que lo sufre'. Y se queja de los directores de escena: 'No respetan lo que está escrito. Buscan lucirse sin importarles el resto'.

También lamenta que haya poca variedad en el repertorio. 'No surgen voces que afronten personajes complicados de manera correcta. Siempre se hace lo mismo'. Y cree que se debe a que los cantantes de hoy estudian poco y mal. 'No se estudia bien. Los maestros no se entregan, no enseñan a cantar bien. Esperemos que regresen esas voces que puedan afrontar esas óperas olvidadas hoy'. Ella, según cuenta, cayó bajo el manto de una gran maestra. 'Se llamaba Carmen Melis. Tuve mucha suerte. Era extraordinaria, bravísima. Estaba en condiciones de poder enseñarme una carrera ejemplar. Saber elegir. Y dejarme libre con gran responsabilidad, sin que sintiera la necesidad de que ella estuviera siempre aconsejándome lo que debía hacer. Andar sola. Salir del seno'.

Sin embargo, todas estas

cosas, según Tebaldi, no han conseguido arrancar la pasión por la ópera del público. 'La gente va a los teatros. La pasión pervive. Uno no puede dejar de ir a la ópera si la ama, la pena es que siempre se repita lo mismo, aunque los teatros estén llenos', insiste.

Sobre el disco recién salido, cree que se han elegido bien las arias que canta. Predominan Verdi, Puccini y Rossini, tres pasiones suyas. 'Empecé en el canto estudiando a Verdi. Luego conocí a Puccini y me convertí. Es mucho más moderno. El inventor del gran espectáculo musical de hoy', asegura. Pero también están otros como Catalani, Ponchielli, Cilea, Giordano, Boito, compositores hoy prácticamente olvidados.

También formó parejas de canto inolvidables con Giuseppe di Stefano, Franco Corelli o, sobre todo, Mario del Monaco. 'Del Monaco y yo... Nos llamaban el dúo del siglo', se ríe. 'Él era extraordinario, podía hacer lo que le diera la gana. Di Stefano es especial, con esos puros habanos que todavía hoy fuma, insuperable en Cavaradossi, de la Tosca y en Donizetti'. Su juicio sobre cantantes de hoy, se lo guarda. No quiere levantar polémicas. Responde con un regate: 'No hay muchos que me llamen la atención'.

Renata Tebaldi, en una fotografía de 1955.
Renata Tebaldi, en una fotografía de 1955.CORBIS

Historia de una rivalidad

'YO ERA la Tebaldi. Ella era la Callas'. Algunos tratados lo ven recientemente como una leyenda más falsa que real. Pero el caso es que si a Renata Tebaldi se le pregunta hoy por la que fue su gran rival en el tiempo, María Callas, apenas comenta nada. La italiana debutó en 1944; la grecoamericana en 1941, aunque no fue hasta 1947 cuando empezó a lanzarse tras su aparición en Verona. Una, la Tebaldi, ha tenido una larga vida tranquila. La otra, Callas, corta, intensa y con el suficiente ingrediente trágico como para formar un gran mito. Tebaldi contó 32 años de carrera. Callas vivió 54 años y apenas 18 de actividad le sirvieron para esculpir un icono hoy indestructible. Fueron pocos, pero intensos. Se codearon con los grandes de su época. Se hacían fuertes en los teatros. Los partidarios de una y otra estaban dispuestos a llegar a las manos y a humillarlas o aplaudirlas hasta que les salieran callos. Hoy, Renata Tebaldi, a quien durante mucho tiempo se le ha negado un valor crucial en favor de la Callas, ve todo con distancia y discreción. 'No quiero hablar de Callas, es mejor no hablar. No se llega a ninguna parte', asegura y trata de poner a cada una en su lugar: 'Nunca me hizo nada. Cantaba de una manera diferente a mí. Cada una tenía su estilo', asegura. Sólo se limita a asentir y a confirmar una anécdota que ocurrió en vida de la Callas y al final de la carrera de Tebaldi. Resulta que a María Callas no se la contrataba mucho en el Metropolitan de Nueva York porque eran tebaldistas. Eso no le sentaba bien, pero ya retirada, hizo un gesto que en una diva debe ser considerado como signo de respeto. Acudió a oír a la Tebaldi en Adriana Lecouvreur, de Cilea, uno de los papeles bandera de la italiana. Después se acercó a saludarla. 'Así es', se limita a decir Tebaldi. ¿Fue aquél el reconocimiento explícito de su genio por parte de su más directa rival? Es la pregunta que queda para la historia.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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