_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Es la UE capaz de decir 'no' a EE UU?

Antes del 11 de septiembre, el dato fundamental de la situación internacional era el gran desequilibrio de poder existente entre Estados Unidos y cualquier otra nación. El 11 de septiembre, Al Qaida causó daños humanos terribles a los americanos, pero no debilitó el poder de Estados Unidos. En todo caso, lo aumentó, ya que reforzó la cohesión política del país. Tras el 11 de septiembre, partiendo de la nueva percepción de vulnerabilidad que ahora tienen los americanos, aumentando los recursos militares del país, rechazando limitaciones del derecho internacional a las que estaba sujeto y dejando claro que actuará unilateralmente siempre que lo considere oportuno, la Administración Bush ha optado por una vía cuya efectividad final en la lucha contra el terrorismo está por ver, pero que se orienta decididamente a reforzar el desequilibrio de poder que existe en el mundo.

Inmediatamente después del 11 de septiembre, la Unión Europea ofreció a Washington solidaridad total frente al ataque y solicitó consultas y concertación para organizar la respuesta. Washington ha agradecido lo primero y ha ignorado lo segundo. Javier Solana, tras sus últimas gestiones en ese sentido, calificó la actitud de Estados Unidos de 'unilateralismo global'. Y Bush, declarando que su política es hacer frente a Irán, Irak y Corea del Norte, porque integran un 'eje del mal', ha provocado las críticas del comisario Patten y las de ministros de Francia, Alemania, Japón y Canadá, por sólo citar a países aliados de Estados Unidos. Tras esto, ¿qué puede hacer la Unión Europea?

A mi entender, la Unión Europea y sus países miembros no tienen más remedio que plantearse la cuestión de fondo: ¿está en el interés de los europeos preservar el gran desequilibrio de poder que existe a escala mundial o lo que está en su interés es reducirlo?

Mi respuesta es que la Unión Europea debe tratar de reducir el gran desequilibrio de poder existente. Él porqué puedo explicarlo en pocas líneas. Me he preguntado: ¿a qué conceden prioridad hoy los Estados Unidos? ¿A su interés nacional, al interés compartido con sus aliados, a la paz mundial? Y el presidente Bush me ha respondido reiteradamente que tras al 11 de septiembre 'lo primero es la seguridad de Estados Unidos' y que 'en la guerra contra el terrorismo, quien no está con nosotros está contra nosotros'. Así pues, el presidente de Estados Unidos nos dice que lo primero es el interés de su país y que quien no lo asuma está contra su país. Sólo después (si hay un después) pueden encontrar acomodo los intereses de sus aliados o la paz mundial. En esas condiciones, la Unión Europea no puede seguir contribuyendo a preservar el gran desequilibrio de poder existente, sino que debe tratar de corregirlo para hacer valer sus propios intereses, que no siempre coinciden con los de Estados Unidos, y el interés general de la paz mundial.

Esta respuesta suscita otra pregunta: ¿puede la Unión Europea hacerlo? Mi respuesta, una vez más, es 'sí'. Justificarla es más difícil que en el caso anterior, así que recurriré a un argumento de autoridad leído en sentido inverso.

En su último libro (Does America need a foreign policy?), Kissinger se muestra muy preocupado con Europa. Afirma que las relaciones trasatlánticas están marcadas por la controversia. Los europeos -dice- se disocian de la política americana fuera del área OTAN; algunos se permiten atacar públicamente decisiones estratégicas de Estados Unidos, como la relativa a defensa antimisiles; los hay que plantean la integración de la UE como un contrapeso a la influencia de Estados Unidos; incluso hay europeos que conciben una relación institucional entre Rusia y la UE tan o más próxima que la que hay entre la UE y Estados Unidos. Por otra parte -continúa- entre ambos lados del Atlántico abundan las controversias comerciales, alentadas por influyentes grupos de interés, y las políticas de abastecimiento energético tienen enfoques distintos. Kissinger proclama que Europa ya no es lo que era: ya no hay URSS y eso desdibuja las inclinaciones expansionistas de Rusia; Alemania está unificada y eso le replantea la tentación de desarrollar una relación especial con Rusia; y la UE está creando una identidad europea sin aclarar cuánto espacio dejará a la cooperación trasatlántica; cuando hoy Estados Unidos negocia con los europeos se encuentra con posiciones escasamente flexibles elaboradas en la Unión Europea; así ocurre en las negociaciones económicas y comienza a extenderse a las políticas.

Del competidor, el consejo. Kissinger reconoce que cuando los países de la Unión asientan sus relaciones con Washington en posiciones previamente acordadas entre ellos, como hace tiempo ocurre con los temas comerciales, el margen de maniobra de Estados Unidos se reduce. Y manifiesta su temor de que si la Unión y sus miembros hacen otro tanto en los temas políticos, lo que empezará a reducirse es el gran desequilibrio de poder de que hoy disfruta Estados Unidos. Por eso pienso que la Unión Europea no sólo debe, sino que también puede hacerlo. Y en cuanto comience a actuar así otros muchos se sumarán a la tarea de reducir el gran desequilibrio.

Kissinger no deja las cosas ahí. Añade que a Estados Unidos le interesa una Unión Europea que, sin abdicar de sus responsabilidades internacionales para concentrarse en competir económicamente, tampoco asuma compromisos propios que le lleven a rivalizar con Washington. En otras palabras, una Unión Europea políticamente subordinada a Estados Unidos. Kissinger avisa a la Unión Europea de que Estados Unidos no va a permanecer pasivo si ve que sus políticas son cuestionadas y es claro hasta la amenaza cuando dice que algunos países europeos nunca aceptarían un progresivo alejamiento de Estados Unidos y pondrían antes en cuestión la unidad de la Unión Europea. Con lo que llegamos al fondo de la cuestión.

Javier Solana explicó recientemente que la Unión Europea no es una potencia militar, sino una potencia civil que se está

dotando de algunos elementos militares. Así es. Pero, a mi modesto parecer, la cuestión clave a la hora de caracterizar el tipo de potencia que es la Unión Europea no reside en el contraste entre lo militar y lo civil. Reside en otra cosa. La pregunta que hay que hacerle a la Unión Europea es si es una potencia políticamente independiente de Estados Unidos o si es una potencia políticamente subordinada a Estados Unidos.

Dicho más gráficamente: ¿es la Unión Europea capaz de decir 'no' a Estados Unidos? No se trata de que le tenga que decir 'no' por principio, ya que, en la mayoría de los casos, los intereses de la Unión y los de Estados Unidos son convergentes o pueden ser concertados. De lo que se trata es de que si, cuando eso no ocurre, la Unión Europea es capaz de decirle a Estados Unidos amistosamente: 'Bueno. Como no nos ponemos de acuerdo, tú aplicas tu política y yo aplicaré la mía'.

Cuando le preguntaron esto, Solana respondió que 'sí', que la Unión es capaz de decir 'no' a Estados Unidos. Yo me alegré de oírlo y espero poder verlo, porque todavía no lo he visto. Y no será por falta de ocasiones. Sólo por citar una que clama al cielo y que va a marcar nuestro futuro en la Tierra, me referiré al conflicto israelo-palestino. ¿No estamos en una situación en la que resulta necesario que la Unión Europea diga 'no' a Washington y ofrezca otra política más esperanzadora para los palestinos y que abra una puerta de salida al pueblo judío del camino oscuro en que se ha metido?

Carlos Alonso Zaldívar es diplomático.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_