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Columna
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Parques naturales

Con frecuencia, bien por estar apegado al asfalto, bien porque el ajetreo laboral no le permite mucho asueto, el hombre de ciudad desconoce las riquezas naturales más próximas. Este fenomeno no es patrimonio exclusivo de eso que denominamos grandes urbes. También ocurre en las pequeñas o en las medianas. Recientemente, desde distintos departamentos de turismo de Guipuzcoa, se animaba a la población a conocer su propia provincia. Pero este hecho no se produce de manera aislada. Es un modelo exportable al resto de la comunidad autónoma e incluso al resto de Europa. Conocemos paraísos lejanos, pero ignoramos totalmente los más cercanos. Por tenerlos más a mano no nos acucia la prisa por descubrirlos y los dejamos para ocasiones venideras que terminan por no llegar nunca.

Buen aliciente para romper con el escepticismo que infravalora la naturaleza más próxima es el libro publicado por la Kutxa de San Sebastián. Con el título Gipuzkoa Natur Parkea-Gipuzkoa Parques Naturales, una espléndida colección de fotografías nos llama a descubrir nuevos espacios repletos de armonía y serenidad. Es una representación que penetra en las raíces de una comunidad, habla de su identidad y del respeto hacia el medio ambiente. Gentes y paisajes idílicos se entremezclan a lo largo de unas páginas amables donde los estallidos de color conforman una atmósfera de paz y tranquilidad, un paraíso romántico provisto de una buena carga melancólica. El trabajo fotográfico ha sido realizado por Gema Arrugaeta (Ordicia, 1969). Instalada en la pequeña localidad de Gaintza, esta mujer entró en contacto con la imagen desde su infancia. Su madre pintaba. Con ella se acostumbró a ver una y otra exposición; de esta forma penetró en su espíritu el interés por la plástica. Más cómodo y práctico que el dibujo o los pinceles le resultó el uso de la cámara, una antigua Kodak que con 13 años empezó a llevar a campamentos de verano y excursiones con amigos. A los 16, con sus pequeños ahorros compró su primer equipo. Terminado el bachillerato y tras una breve estancia en Pamplona, para mejorar sus conocimientos fotográficos, se trasladó a Barcelona. Fue un año intensivo en Gris-Art donde perfeccionó la iluminación, la composición y otros saberes del invento de Niepce.

Como en otros muchos casos, el inicio de la profesión pasó por distintas revistas y publicaciones periódicas. Su interés por la naturaleza y los viajes le llevó a especializarse en estos temas, aunque sin dejar de lado otro tipo de fotografía comercial. Viajes y naturaleza o Península son cabeceras para las que ha colaborado. Le gusta el monte y viajar, y qué mejor oportunidad que poder trabajar haciendo lo que tanto le gusta. Actualmente, su actividad toma dos direcciones: los proyectos editoriales, entendido como publicación de libros, y, en segundo lugar, algo más relacionado con los documentales, donde tienen espacio los diaporamas, y se dirigen principalmente hacia el mercado televisivo. Ya cuenta en su currículo con un programa realizado para Al filo de lo imposible.

Lo que podría entender como aspectos creativos destinados a exposiciones es una asignatura que dice tener pendiente, entre otras cosas por falta de tiempo. Tiene algo guardado en los cajones, el joyero particular al cual sólo tienen acceso los más íntimos. Es de suponer que no tardará mucho en ponerlo a la luz por que, de otra manera puede llegar a oxidarse, si no es el papel por estar en la oscuridad, la idea. En cualquier caso, el día que lo enseñe estará bien trillado por esta sensible, pero también prosaica, mujer.

Ahora su libro de parques naturales, digno heredero de otros sobre la sierra de Aralar o los pastores de Guipúzcoa, se ve depurado por el diseño de Iñigo Doria. Una puesta en página que realza con fuerza inusitada la imágenes fotográficas tomadas en lugares donde las huellas humanas se mezcla armoniosamente con la hermosura de montañas, bosques y ríos.

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