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Reportaje:

Se vende chalé en Pozuelo

Ocho meses después del crimen cometido por el moldavo Pietro Arcan, los vecinos de la zona han blindado sus casas

Desde hace ocho meses, en la calle Arquitectura de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón se vende un bonito chalé. Con piscina, jardín y sistema de alarma, parece la casa ideal para una familia de clase media-alta. A primera vista, cualquiera se pregunta cómo todavía no se lo han quitado de las manos a la agencia inmobiliaria encargada de su venta. Cualquiera, claro, que no sepa que entre sus muros se cometió uno de los más terribles crímenes de los últimos años. En la madrugada del 21 de junio pasado, el moldavo Pietro Arcan saltó supuestamente la verja de ese chalé con la intención de robar. Media hora después volvió a saltarla para huir con 19.000 pesetas en su bolsillo. Detrás dejaba un hombre muerto, dos mujeres gravemente heridas y una menor violada.

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'Protegido por..., Conectado 24 horas'. Los carteles disuasorios en los portales y los ladridos de los perros tras las verjas provocan la sensación de que uno no es bienvenido. En el salón de su chalé con vistas al jardín, Ángela Praga cuenta la impresión que el crimen causó en el vecindario. 'Se convocaron reuniones para ver si se ponía algún tipo de vigilancia, pero con el tiempo se pasó la psicosis y cada uno tomó sus propias medidas'. 'Muchos pusieron alarmas y rejas en las ventanas porque además de ese crimen, antes había habido otros muchos robos'. Ángela asegura que desde entonces se ha notado un aumento de la vigilancia policial.

'Poco después del asesinato pusimos una alarma en casa', explica un joven vecino de la zona que pasa el rato con sus amigos en el cercano parque de Bellas Artes. 'Nos preocupa más que el ladrón entre a robar mientras estamos en casa que el propio robo', añade.

Dos números más allá del chalé del famoso crimen un matrimonio habita otro más modesto. 'Lo de Arcan podría haber pasado en cualquier barrio', afirma el hombre, que trabaja en una conocida empresa cervecera. 'Nosotros no hemos puesto ninguna alarma', dice su mujer mientras sujeta con firmeza a su perro por el collar.

Junto a este grupo de chalés se está construyendo una nueva urbanización que contará con vigilancia privada. Se trata de pisos y cuestan entre 270.000 y 325.000 euros (45 y 54 millones de pesetas). En la caseta de información de la promotora inmobiliaria, dos mujeres explican al interesado: 'Todos los pisos tienen caja fuerte y preinstalación de alarma'.

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