'No hay que atacar la obesidad con medidas extremas'

Xabier Arrazola (San Sebastián, 1966) es psicólogo y colaborador de la Asociación de Obesos de Euskadi (Asobe), que celebró recientemente unas jornadas sobre la obesidad infantil en la capital guipuzcoana.

Pregunta. ¿Hay muchos menores obesos?

Respuesta. Los últimos estudios a nivel estatal señalan que un 12% de los menores de 18 años son obesos, cifra que se eleva al 14% a partir de esa edad. Hay cantidad de diferencias entre las encuestas, pero lo que sí es cierto es que el índice de niños con obesidad está aumentando debido a los hábitos que prevalecen en nuestra sociedad, sobre todo sedentarios y alimentarios.

P. ¿El niño obeso nace o se hace?

R. Los endocrinos apuntan que el origen de la obesidad es en un 80% genético. El dato está ahí, pero hay que hacer hincapié en la prevención para evitar que se haga realidad. Un niño afgano, por ejemplo, aunque esté dentro de ese porcentaje, seguramente no será obeso, porque la situación en la que vive no se lo va a permitir. Por tanto, habrá un determinismo importante, pero lo fundamental es intentar evitar la obesidad con la adquisición de hábitos más saludables. Para ello, es necesaria una mayor implicación de los padres en la actividad física y la alimentación de sus hijos.

P. ¿Qué medidas hay que tomar si la obesidad ya existe?

R. Combatir la obesidad con medidas extremas es erróneo. El cambio de hábitos ha de ser paulatino. No se le puede pedir a un niño que no hace ejercicio alguno que pase a hacerlo todos los días, ni se le puede prohibir de repente que vaya a las meriendas de cumpleaños de sus amigos, porque de esta forma hacemos un niño más distinto todavía. El pequeño necesita una motivación, que los cambios de hábitos sean canjeados con él por cosas gratificantes. Por ejemplo, si le gustan los vídeo juegos, que pueda entretenerse con ellos siempre y cuando antes haya hecho ejercicio.

P. ¿Qué consecuencias psicológicas provoca la obesidad en los niños?

R. No todos los niños las padecen, pero sí se suele observar una afectación de la autoestima, ya que los modelos que la sociedad vende no se acoplan a como están ellos, por lo que se sienten discriminados.