Una calavera aquí, un fémur allá
La policía de Georgia (EE UU) localiza decenas de cadáveres abandonados en un crematorio
Dice la gente de Noble, un pueblo del Estado norteamericano de Georgia, que lo más inexplicable es entender cómo podían dormir los dueños del crematorio sabiendo que al lado de su ventana, en su parcela, había una pila de cadáveres descompuestos o momificados. Allí los iban amontonando para ahorrarse la incineración. Los familiares recibían su urna con cenizas, pero las cenizas no eran las del difunto sino las de un leño o unas ramas que daban el pego como restos mortales.
La historia del jardín del crematorio de Noble es macabra y sobrecogedora. Todos los medios en EE UU recurrían ayer a la fácil comparación con una novela de Stephen King, pero el juez de instrucción no está de acuerdo: 'Imagine la peor película de terror que haya visto en su vida. Lo que hemos encontrado allí es diez veces peor que eso', dice Dewayne Wilson.
Todo se ha sabido gracias a un perro, aunque no por su olfato sino por su torpeza. Paseaba con su dueño por una zona abierta de la parcela cuando tropezó con una piedra blanquecina y extrañamente redondeada. No era una piedra, era una calavera.
El viernes por la noche, el dueño del perro llamó a la Agencia de Protección Medioambiental de Atlanta. En la mañana del sábado, 100 policías escarbaban y rebuscaban en la parcela. Había más cadáveres que policías. Los dueños del Crematorio Tri-State de Noble, que supuestamente prestaba servicios de incineración para casas funerarias de Georgia, Alabama y Tennessee, llevaban años haciendo creer que incineraban los cadáveres, cuando en realidad los arrojaban a su parcela y entregaban a los familiares un puñado de cenizas de mentira. No lo hacían por perversión, sino por dinero.
El juez mantiene en prisión preventiva al dueño del crematorio, Ray Brent Marsh. De momento sólo puede acusarle de estafa, por entregar como restos humanos cenizas que nunca lo fueron. Según el juez, no hay ninguna ley que penalice arrojar cadáveres a tu parcela.
Lisa Cash tiene en el comedor de su casa la urna con los restos de su madre. 'Ahora sé que tengo una urna. Pero no sé lo que tengo dentro', asegura. La policía ha pedido a todos los familiares con urnas de familiares teóricamente incinerados en el Crematorio Tri-State que acudan con los restos a un depósito de cadáveres provisional en el que ya se han contabilizado 120 cuerpos.
Sin entrar en descripciones mórbidas, había cadáveres envueltos en su mortaja, descompuestos, otros momificados y muchos esparcidos en pedazos por el paso del tiempo. Había también féretros apilados con cadáveres dentro y cuerpos embalsamados que todavía tenían la etiqueta con su nombre colgando del dedo gordo del pie. Todos a la intemperie. Según el portavoz de la policía, John Bankhead, los agentes que inspeccionan la parcela 'encuentran una calavera por aquí, un fémur por allá...'.
Nadie se explica cómo Marsh dormía por las noches, cómo nadie olió nunca nada y cómo las autoridades se saltaron las inspecciones anuales a las instalaciones del crematorio. Marsh había heredado hace seis años el negocio de sus padres. La policía pensó al principio que todo es culpa del joven Marsh, pero ya han descubierto algunos restos de cadáveres de personas fallecidas hace 20 años. En la parcela hay un lago al que todavía no han entrado; la policía teme que lo peor esté bajo el agua.
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