Cien años de recetas magistrales
La Unión Farmacéutica Guipuzcoana, decana en España, distribuye cada día 50.000 fármacos y artículos de droguería
La Aspirina tenía tres años de vida y aún faltaban 26 para que Alexander Fleming descubriera la penicilina. Era 1902 y un grupo de farmacéuticos guipuzcoanos decidió aunar esfuerzos para garantizar el buen servicio de dispensación de medicamentos a toda la población de la provincia. Nació así la sociedad Unión Farmacéutica Guipuzcoana (UFG), que alcanza ahora su primer centenario con el aval de ser almacén decano y referente en todo el Estado en la distribución de productos de farmacia.
La UFG cuenta en la actualidad con un sistema completamente informatizado y robotizado, que le permite repartir cada día 50.000 unidades de farmacia y droguería entre las 280 farmacias de Guipúzcoa. Pero hace cien años la producción y distribución de los medicamentos eran muy distintas. No existían especialidades farmacéuticas, sino productos que los boticarios compraban a los drogueros para elaborar sus fórmulas magistrales. Los farmacéuticos estaban de esta manera expuestos a problemas como la escasez de productos o las subidas desorbitadas de sus precios en determinados momentos, como recuerda el director de la sociedad, Javier Ganuza.
En este contexto, un grupo de 16 boticarios de Guipúzcoa constituyó legalmente la Unión Farmacéutica el 24 de febrero de 1902, fecha que conmemorará el próximo sábado con un concierto en el Kursaal. La sociedad, a la que se fueron sumando el resto de farmacéuticos, echó a andar como una droguería medicinal para garantizar la producción de medicamentos y su distribución por las farmacias de todo el territorio en buenas condiciones de 'seguridad y rapidez y a un precio razonable', explica su presidente, Miguel Azpilicueta, quien asegura que en la UFG los criterios sanitarios han primado siempre sobre los económicos.
Por aquel entonces, cuando todavía no se había inventado el bolígrafo y en la UFG escaseaban los aparatos de teléfono y las máquinas de escribir, los pedidos que realizaban los farmacéuticos guipuzcoanos y los albaranes se preparaban a mano, al tiempo que la sociedad tenía que recurrir al autobús y al tren para hacer llegar los medicamentos demandados a los establecimientos correspondientes. No es de extrañar, por tanto, que el año 1961 haya quedado recogido en los anales de la Unión Farmacéutica como una fecha importante. Y es que ese año compró su primera furgoneta. 'Un hecho tan sencillo se convirtió en una pequeña revolución, porque a partir de ese momento los medicamentos pudieron llegar desde el almacén hasta la farmacia de forma controlada', resalta Ganuza.
Pero, para año clave, 1976. La UFG se trasladó entonces de su sede, en la céntrica calle donostiarra de Reyes Católicos, a su actual ubicación, un edificio de 6.000 metros cuadrados de superficie enclavado en el barrio de Igara y diseñado por el arquitecto Luis Peña Ganchegui. Este cambio trajo consigo la transición y progresiva adaptación a las nuevas tecnologías, de forma que hoy en día las farmacias envían sus solicitudes de especialidades telemáticamente y el ordenador receptor procesa la demanda y la transforma en un pedido que se incorpora a la cadena robotizada y es preparado bajo control informático. Una veintena de vehículos recorren cada día la provincia para reponer los productos de los clientes de la Unión Farmacéutica, que son a la vez accionistas de la sociedad.
19.000 fármacos distintos
La Unión, que cuenta con una plantilla de 90 personas y factura 73 millones de euros anuales (12.000 millones de pesetas), presume además de poder garantizar a las farmacias un elevado número de productos, 'con independencia de su rotación o rentabilidad', ya que dispone en su almacén de 19.000 referencias de diferentes medicamentos y 5.000 de artículos de droguería.
Con este currículum -en el que no faltan algunos avatares, como las inundaciones de 1997, que dañaron gran parte de su material-, la UFG copa el 60% del mercado de Guipúzcoa. Un mercado en el que también operan la Cooperativa Farmacéutica Guipuzcoana (Guifarco), con alrededor del 29% de la cuota de mercado, y la cooperativa madrileña Cofares, que ostenta el 10%.
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