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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Leer cabeza abajo

Ultimamente Australia está de actualidad: de los fuegos artificiales que señalaron la llegada del milenio y la clausura de los Juegos Olímpicos de Sydney a los incendios que este año han arrasado parte de su territorio, del tamaño del País Vasco.Los australianos también han estado presentes en el cine, en la entrega de los premios Goya y Oscar; pero en el terreno de la literatura su presencia no es tan evidente, aun cuando su participación sea efectiva. En muchos casos, sus libros se leen sin advertir que fueron escritos por australianos. Las obras de Morris West y Colleen McCulloch o La lista de Schindler, de Thomas Kenneally, han tenido difusión mundial, pero sin que los lectores se percatasen de que sus autores eran de Australia. Dichos autores son sólo una muestra de los muchos que allí escriben.

En muchos casos, sus libros se leen sin que los lectores adviertan que fueron escritos por australianos
Los aborígenes están poniendo por escrito su variada cultura en géneros como el realismo mágico

Dentro de la propaganda del centenario de la Federación de los Territorios y Estados Australianos, que tuvo lugar en 2001, muchos textos celebraban a Australia como una nación independizada del Imperio británico. Uno de los temas dominantes era reescribir la historia desde la perspectiva australiana. En Jack Maggs (Muchnik), Peter Carey cuenta la historia de Magwitch, el presidiario que se convierte en benefactor de Pip en la novela Grandes esperanzas, de Charles Dickens. Carey publicó hace poco True Story of the Kelly Gang (La historia verdadera de la banda de Kelly), en la que recrea la historia de un famoso héroe popular que se enfrentó al sistema, el bush ranger (bandolero) Ned Kelly.

Australia ha definido su posición en el mundo. Su literatura ya no forma parte de la literatura inglesa; antes bien, es un elemento neto de la literatura que se hace hoy en inglés. David Malouf, ganador del Premio Impact a la mejor novela escrita en cualquier idioma con Recordando Babilonia (Destino), ha situado claramente a Australia como un país soberano, no subordinado al Reino Unido. En Una vida imaginaria, un texto poscolonial clásico, narra el encuentro ocurrido en la naturaleza entre el poeta romano Ovidio y un niño lobo.

Patrick White, que consiguió el Premio Nobel de Literatura de 1973, constituye una referencia importante. Su análisis metafísico del paisaje australiano definió el outback (el desértico interior) durante buena parte del siglo pasado.

En Australia, las tendencias literarias reflejan la diversidad de una población compuesta por más de 18 millones de personas, por lo general inmigrantes llegados de todos los continentes. A pesar del predominio del grupo angloaustraliano, la literatura de este país incorpora a todas las culturas y etnias que lo componen, hasta el punto de que se publican en el idioma original novelas, relatos cortos, cuentos infantiles y poemas escritos por inmigrantes y miembros de comunidades indígenas. Sobre el horizonte/Over the Horizon es una antología poética de 24 jóvenes hispanoamericanos que viven en Australia, publicada por la editorial Aconcagua, una de cuyas fundadoras, Silvia Cuevas-Morales, ya había realizado otras antologías bilingües, como por ejemplo Sur/South.

Otro buen ejemplo es Romulus, mi padre (Ediciones del Bronce), del filósofo australiano Raimond Gaita, un homenaje a un inmigrante rumano -su propio padre- que llegó a Australia en los cincuenta. La diversidad es patente, a pesar de las políticas de inmigración del actual Gobierno de Howard.

La literatura aborigen ha experimentado un gran auge en los últimos años. En el pasado eran los blancos quienes transmitían la cultura indígena; así pues, la forma de ver a los aborígenes tomó forma dentro de la visión específica de unos escritores blancos varones, australianos o no. Los trazos de la canción (Península), la popular obra de Bruce Chatwin que recoge mitos y canciones aborígenes, es interesante, aunque está influida por su posición como varón de raza blanca, escritor oriundo de Sheffield. Otro texto que describe Australia desde fuera -esta vez desde España- es Boomerang (Península y Edicions 62), de Xavier Moret, que recoge las aventuras de un reportero que viaja por Australia.

Sus observaciones plasman un

amplio panorama de la vida contemporánea. Sin embargo, son los aborígenes australianos quienes están poniendo ahora por escrito su rica y variada cultura. Los escritores aborígenes están ganando terreno a partir de una tradición oral con temas tan diversos como los del realismo mágico suramericano. Mi lugar (Maeva), de Sally Morgan, es un clásico contemporáneo que trata sobre el descubrimiento de los propios orígenes.

Paperbark (University of Queensland Press) es una antología distinta. Entre sus textos, de escritores aborígenes, hay peticiones, historias orales transcritas, cuentos y cartas; se adentra en terrenos que no suelen considerarse como literatura.

La autora Alexis Wright ha sido definida como 'la Toni Morrison australiana'. Vive en Alice Springs (Australia Central) y en su obra defiende los derechos de su pueblo, los waanji. A pesar de que ha estado en Barcelona y de que sus libros han sido traducidos a muchos idiomas, su novela Plains of Promise no se ha traducido al español.

Hay otra corriente literaria, surgida de los escritos nacionalistas de fines del siglo XIX, en la que destacan autores como Henry Lawson o Banjo Paterson, un maestro del relato corto que retrató a los primeros colonos, ha sido traducido a muchas lenguas, incluida la china, pero no al castellano.

Durante la primera parte del siglo pasado, una serie de escritoras como Henry Handel Richardson y Christina Stead produjeron los primeros textos feministas, en los que se analizaba la sociedad australiana con gran realismo. Ninguna ha sido traducida, a pesar de que Stead pasó en España la primera mitad de la década de los treinta.

Australia es una tierra vieja y nueva al mismo tiempo. Hogar ancestral de los aborígenes, la cultura viva más antigua del mundo, acaba sin embargo de celebrar el centenario de la Federación de sus Estados y territorios. Debido a la inmigración se ha convertido en el receptáculo aglutinante de múltiples culturas, lo que hace de ella un auténtico crisol contemporáneo. A título de ejemplo, ahí tenemos al escritor de origen malasio Beth Yahp, al rumano Raimond Gaita o a Bryce Courtney (The Power of One), que nació en Suráfrica.

¿Qué caracteriza al escritor aus

traliano? Es una persona que se inspira en un medio muy rico, definido por las migraciones y las experiencias transculturales, por la interacción de sus gentes y por su situación geopolítica como país de corte europeo enclavado en el cinturón del Pacífico. En consecuencia, puede colegirse que, como sociedad multicultural, Australia es un fenómeno reciente. La moderna Australia fue creada en una era de nacionalismo y, aunque nunca haya sido del todo el caso, se definió como una identidad única, étnicamente uniforme. Pero en 1972 este país abrazó el multiculturalismo, reconociendo y admitiendo al mismo tiempo tanto la inmigración universal acaecida tras la guerra como la propia diferencia aborigen. Hoy día el multiculturalismo implica el reconocimiento por parte de los australianos de que, aunque procedan de muchas culturas distintas, tienen todos los mismos derechos, obligaciones y expectativas; saben que tienen algo en común y lo celebran. Y la literatura proporciona el vehículo idóneo para expresar el resultado: una omnipresente australianidad.

Australia en español

ALGUNAS EDITORIALES han realizado un gran esfuerzo para acercar a España las obras australianas. Con motivo de los Juegos Olímpicos de Sydney, Muchnik y Península lanzaron hasta seis nuevos títulos en castellano: los dos primeros volúmenes de la trilogía El hombre invisible, de James Cowen (El sueño de un cartógrafo y El testamento de un trovador); Eucaliptos, de Murray Bail; Jack Maggs, de Peter Carey, y obras de Bruce Chatwin y Xavier Moret. Actualmente se están traduciendo algunos textos de Peter Carey. En su obra cabe destacar El supergordo (Siruela), Óscar y Lucinda (Premio Booker de 1988), Bendito Harry, el embaucador, La inspectora de tributos, la adaptación de Óscar y Lucinda para el cine y el guión de la película de Wim Wenders Hasta el fin del mundo. Otras obras son Deseo -una historia de amor entre un profesor y una gorila-, de Peter Goldsworthy, y La escopeta de Darwin (Muchnik), de Roger McDonald, que describe las aventuras de un ayudante de Charles Darwin durante los viajes del Beagle. Patrick White, ganador del Premio Nobel, vio un texto suyo publicado por Orbis, El carro de los elegidos, pero a los 12 años de su muerte se le ha relegado al olvido. En cuanto a la poesía, Lumen publicó una antología de uno de los mejores poetas en lengua inglesa, Les Murray y Columna ha publicado una versión bilingüe de los Poemes Subhumans en catalán. En muchos de los textos que se traducen no se hace referencia alguna al origen de su autor: desde obras de ciencia-ficción como Las Torres del Olvido (Ediciones B), de George Turner, hasta ensayos y libros de texto como los de John Sinclair, J. L. Mackie y Peter Singer (Gedisa y Paidós). Candy (Planeta), de Luke Davis, pone una nota contemporánea al describir en clave de humor la historia de una adicción. Se echa de menos en esta lista son los nombres de numerosas escritoras cuya obra aún no se ha traducido y que, sin embargo, participan activamente en la literatura.

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