Malhechores
Si se imagina el cuadro de la justicia infinita, se podría ver sentado junto a Milosevic, acusado por 'salvajismo medieval', a Pinochet, sentado al sol de su hermosa finca. Cómo no, a Sharon, al que el literario fiscal de La Haya podría acusar de salvajismo bíblico. Y a Bush, que le sustenta, que ha arrasado un país ya arrasado; y que tendría pendiente, en nombre de su país, los mismos bombardeos sobre los salvajes medievales de Serbia. La lista es infinita. Todo el que participa en una guerra es criminal de guerra, pero hay que excluir al tranquilo soldado violador y bayonetista, al altísimo aviador que dirige su misil. Son profesionales, y quizá si el Dante reviviese los colocaría en un círculo especial del infierno, el de los que eligen una profesión por voluntad propia sabiendo a qué se van a dedicar. Incluso los políticos.
Desde que se ha decidido que los civiles tienen supremacía sobre los militares en esa administración del daño, y en Chile se ha puesto en el Ministerio de Defensa a una mujer, no podemos escabullirnos del crimen de guerra: sobre todo vosotros, los que votáis a quienes administran también los crímenes de paz. Ayer se sabía de cuatro ahogados en una patera, y era una noticia pequeña en una página interior de los periódicos, nada en la televisión. Es 'lo normal'.
En cambio los juicios de La Haya -el juicio de La Haya- es una gran novedad de la que se puede decir, si se tiene una pluma prepotente y educada en momentos más duros de la humanidad, que inaugura una nueva época. Ya que estamos con las comparaciones de la antigüedad, no podemos obviar que ya pasó en Núremberg, pero que antes de antes al rey vencido se le uncía al carro del vencedor, y así desfilaba antes de ser esclavo, si tenía suerte; si la tenía peor, se le crucificaba o se le descuartizaba.
En resumen, éste es un juicio político y no de guerra, es el de una persona seleccionada por cuya entrega se dio una buena cantidad de dinero al país que gobernó y en el que todavía hoy se manifiestan unos miles de personas a su favor, y que somos los europeos los que le juzgamos y condenaremos por instrucciones de EE UU, que por lo menos tiene la interesante postura ética de negarse a la creación de un código y un tribunal permanente de crímenes de guerra. Ya tienen su Guantánamo.
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