La amarga memoria de los vencidos
Un libro rescata la figura del maestro Diego Barbosa, impulsor del anarquismo en Cádiz
Como sucede en otras contiendas bélicas, una de las peores consecuencias de la guerra civil fue la pérdida de la memoria de los vencidos. La muerte, el exilio y el temor actuaron como eficaces colaboradores de esta tarea, y hoy resultan una verdadera zancadilla para quienes, más de 60 años después, pretenden acercarse a la verdad de los hechos.
Asumiendo este desafío, el doctor José Luis Gutiérrez Molina, miembro del grupo de investigación Bahía de Cádiz de la Universidad gaditana, se ha propuesto escarbar en los sedimentos de la historia local para rescatar una figura singular: la del obrero y escritor Diego R. Barbosa (1885-1936), uno de los grandes activistas del movimiento obrero y el anarquismo gaditano. El resultado es el libro El anarquismo en Chiclana, editado recientemente en la colección Biblioteca de Temas Chiclaneros del Ayuntamiento de esta localidad.
Diego Barbosa nació en una Chiclana volcada en la explotación vitivinícola. En este tiempo, más de la mitad de la riqueza rústica pertenecía a 22 propietarios. El joven Barbosa no tardó en abandonar el colegio para ayudar a su padre en las faenas campestres, momento en que entró en contacto con los núcleos obreristas y federalistas republicanos de la población. 'En las discusiones que hubo en esas sociedades obreras se va cuajando el ideario de Barbosa', asegura Gutiérrez Molina, 'y al terminar la primera década del siglo, ya tiene un papel de relieve en las filas del anarquismo local'.
Muy pronto, Barbosa comenzó a ejercitarse en el oficio de las letras como colaborador del periódico Tierra y Libertad, portavoz del anarquismo español, desde el que propugnó la revolución social -con la insurrección mexicana como modelo- al tiempo que despreciaba el papel de los políticos.
Tras el efímero intento de crear una sociedad obrera de corte ácrata, Barbosa marchó a Francia para trabajar como operario de una fábrica y camarero, y más tarde a Barcelona, antes de regresar a la militancia gaditana. Inmerso en las tórridas luchas sindicalistas de los primeros años veinte, después de ser detenido como dirigente cenetista, comenzó a impartir clases. 'Fueron años difíciles', señala Gutiérrez Molina, 'ya que se le cerraban las puertas laborales por sus actividades, y él se negaba a ocupar los trabajos que le ofrecían a cambio de abandonar la militancia sindical'.
Los años treinta comenzaron siendo para Barbosa de una frenética actividad. Pero la empresa de reorganizar el sindicato de la CNT le costó la vida en 1936, en los primeros días de la guerra civil. El autor del libro narra que Barbosa se negó a huir, desoyendo las recomendaciones de sus amigos. En pleno auge de la represión, se cuenta que fue muerto a golpes por negarse a gritar '¡Arriba España!' ante un grupo de falangistas que le detuvieron. En palabras de Gutiérrez Molina, éste 'es un hecho que contextualiza toda una política de exterminio del adversario por parte del ejército de Franco'. 'No se trata de una guerra civil, tal y como se nos hace ver en algunas ocasiones. Es, ante todo, una guerra social y de clases', dice.
En el ámbito estrictamente literario, la figura de Barbosa no deja de tener un singular atractivo. Naturista, ecologista y vegetariano, puso su pluma al servicio de la colección La Novela Ideal, auspiciada por la familia Montseny, alejada de los modernismos y consagrada a difundir los ideales anarquistas. Títulos como Bohemia, Desahuciados o La hija del sepulturero marcan una línea de novelas de temática amorosa y final feliz, con una extensión ceñida estrictamente a las 32 páginas.
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