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Reportaje:

Los riesgos de los concesionarios

La red de venta de automóviles se siente amenazada por la Comisión de la Competencia

Las reacciones a la publicación, el pasado martes, por parte de la Comisión de la Competencia, de la propuesta de reglamento que deberá aumentar los niveles de competencia en el sector automovilístico no se han hecho esperar. Los concesionarios se consideran los más perjudicados y denuncian el riesgo de que desaparezca un tercio de la red actual de ventas aumentando los peligros que supone para el consumidor esa concentración.

Bruselas trata de 'reforzar la independencia del concesionario para permitirle servir mejor al comprador'
Según la Comisión, las diferencias de precios detectadas entre Estados no se deben en su totalidad a los distintos niveles fiscales

Parece que a la Comisión Europea le va a costar mucho trabajo 'poner al consumidor en el asiento del conductor', tal como reza su comunicado oficial sobre el proyecto de reglamento para la distribución de automóviles que hizo público el pasado martes.

Suponiendo que no lo esté ya, que es lo que le contestan desde los distintos segmentos afectados por la propuesta. Entre ellos destaca el lobby más importante con el que se enfrentan en Bruselas: la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles, cuyo director, Louis Schweitzer, presidente de Renault, salía al paso al día siguiente en París, augurando el efecto contrario al que se pretende. De entrar en vigor la propuesta del comisario de la competencia, Mario Monti, el precio de los coches no sólo no va a bajar, sino que incluso subirá, sobre todo en los segmentos más bajos.

Aunque la medida afecta tanto a fabricantes, como a importadores y concesionarios, son los primeros los que reciben las andanadas más fuertes por parte de la Comisión, dispuesta a acabar con el control actual por parte del fabricante de todo el proceso de venta y posventa. Varios de los objetivos de la normativa actual se han quedado 'claramente sin cumplir', según la Comisión, para la que 'la competencia entre concesionarios no es suficiente y éstos siguen dependiendo demasiado de los fabricantes de automóviles. Además, en la práctica, los consumidores han tenido dificultades para ejercer el derecho que les otorga el mercado único de aprovechar las diferencias de precios entre Estados miembros'.

Estas diferencias eran 'a veces enormes y no se debían en su totalidad a las diferencias de nivel de fiscalidad'. La filial de Opel en Holanda y las de Volkswagen y DaimlerChrysler en Alemania han sido ya sancionadas con multas de 43, 32 y 72 millones de euros, respectivamente por evitar la competencia en el precio de alguno de sus modelos. Volkswagen ya fue multada también con 90 millones de euros en 1998 por tratar de evitar que los concesionarios del norte de Italia vendieran sus vehículos a ciudadanos alemanes, y en la actualidad se encuentran en proceso de inspección algunas marcas francesas.

Junto a los fabricantes, importadores y concesionarios levantan también la bandera del usuario final para criticar la normativa propuesta por el comisario de la Competencia: paradojas de un sector que gira en torno a un 'bien altamente sofisticado que circula por las calles y que debe estar respaldado por exigencias de seguridad adecuadas', según Germán López, presidente de la asociación de importadores Aniacam, para el que no está nada claro que con el nuevo reglamento se vaya a abaratar el precio 'y, aunque así fuera, es un error gravísimo ligar la satisfacción del cliente únicamente al precio del mismo'.

Por su parte, el secretario general de la asociación de concesionarios Faconauto hace hincapié en el riesgo de las propuestas comunitarias para un sector de pequeñas y medianas empresas, independientes de la marca, con una plantilla media de 35 trabajadores y una facturación de 1.600 millones de pesetas. A finales del pasado año la red principal superaba los 3.000 concesionarios, y la secundaria -agencias y servicios oficiales- los 6.000, dando empleo a más de 100.000 trabajadores, de los que en dos o tres años desaparecería un tercio de los mismos.

Según Blas Vives, se produciría también un efecto de concentración en detrimento de los consumidores, ya que la red perdería capilaridad y cercanía. Al mismo tiempo, la 'especialización funcional' de los talleres que promueve el reglamento provocaría a medio plazo un alza de los precios.

Fabricantes y concesionarios coinciden también en señalar el 1% del precio final como la cifra en torno a la que gira el margen neto en ambos casos, una prueba según ellos de los altos niveles de competencia a los que se ha llegado en un sector que probablemente, junto con la energía, será uno de los últimos escalones donde se alcance un auténtico mercado único.

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