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Reportaje:COYUNTURA INTERNACIONAL

El oro de Moscú

La economía rusa desafía a la crisis mundial, pero los expertos desconfían

Pilar Bonet

La economía rusa está en buena forma, según indican los resultados provisionales de 2001 y los pronósticos para este año, que son optimistas, aunque algo más moderados que en el ejercicio anterior. Pero los expertos aún mantienen sus prevenciones y es que no olvidan las desagradables sorpresas de la pasada década, y especialmente la bancarrota del Estado en 1998.

Los rusos, cuyo sueldo medio no llega todavía a 150 dólares, no han recuperado el nivel de ingresos que llegaron a tener antes de la gran crisis financiera, y, al valorar los índices de crecimiento de los últimos dos años, debe tenerse en cuenta la gran envergadura del desplome económico del que se recupera ahora Rusia.

La excesiva dependencia de la economía de las exportaciones de crudo, la necesaria reforma de los llamados 'monopolios naturales' (energía eléctrica, gas y ferrocarriles) y de sus sistemas de tarifas (muy por debajo de las tarifas del mercado mundial), así como el impacto social de la reforma de los servicios municipales son varios de los temas que preocupan hoy a los economistas rusos. Éstos, además, debaten acaloradamente desde el otoño pasado sobre la necesidad de integrar a Rusia en la Organización Mundial de Comercio, a ser posible en 2004.

En 2001, el PIB de Rusia aumentó en un 5%; la producción industrial lo hizo en un 5,1%; las inversiones, en un 8,4%; los ingresos de la población, en un 6,3%, y, tras un incremento del 10% en el volumen comercial, el saldo positivo de la balanza comercial fue de 50.900 millones de dólares. El Ejecutivo no logró, sin embargo, contener la inflación que alcanzó el 18,6%, y se situó 4,6 puntos por encima de las previsiones, un porcentaje que sería alarmante para una economía occidental estable, pero que es muy reducido comparado con las magnitudes inflacionistas rusas de principios de la década de los noventa. Para este año, el Ejecutivo quiere mantener la inflación por debajo del 14%. A la vista de que los precios subieron un 3,1% durante el mes de enero (la cifra más alta que se registra desde febrero de 1999), los expertos se han dividido. Unos temen que los precios se disparen hasta un 40% y se coman el efecto de la subida de pensiones de jubilación y sueldos funcionariales.

La influencia del petróleo

Como argumento optimista a favor de contener la inflación está el descenso de los precios del crudo en el mercado interior, que está saturado de petróleo como consecuencia de las restricciones exportadoras que Rusia ha asumido como parte de la estrategia conjunta con los países de la OPEP para mantener los precios en el mercado mundial.

En función de los precios del petróleo en el mercado mundial, el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio contempla tres posibilidades para 2002. Si se impone la variante más optimista desde el punto de vista ruso (23,50 dólares por barril), el PIB crecerá un 4,3%. Si los precios descienden hasta 16,5 dólares, su crecimiento será del 3,1%.

Los economistas coinciden en afirmar que se han agotado ya los efectos positivos que la crisis de 1998 y la devaluación del rublo tuvieron sobre la industria nacional, al estimular la producción propia, y señalan que la industria rusa necesitará de otros elementos para competir. Ni la productividad laboral (un 25% de la productividad laboral norteamericana) ni el consumo energético de la economía (tres veces superior al norteamericano) garantizan hoy la estabilidad de los productores rusos en un mercado abierto, según el ex presidente del Banco Central de Rusia, Serguéi Dubinin.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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