'La actitud de Francia con ETA no ha cambiado'
'Los dirigentes franceses no han tomado la medida de la peligrosidad de ETA'. Esta afirmación de Irène Stoller, ex jefe de la fiscalía antiterrorista de París, parece contradecirse con la contundente campaña que las fuerzas de seguridad de su país llevan a cabo contra la organización terrorista. Sin embargo, trece años de trabajo tan discreto como eficaz contra ETA, le autorizan a afirmar que 'los enfrentamientos de los últimos meses son en parte fruto de la casualidad' y que 'nada ha cambiado sustancialmente en la actitud de las autoridades francesas'. 'Lo que sí es nuevo', afirma, 'es que ETA era mucho más clandestina hace diez años. Los jóvenes militantes se exponen ahora como nunca lo habrían hecho los jefes históricos a los que yo conocí'.
'Antes eran capaces de no salir de casa en tres meses. Ahora se arriesgan mucho más'
Jubilada desde el año pasado, Stoller continúa observando la evolución de la organización terrorista. Puede haber en ello un componente personal: el Ministerio francés del Interior, que dirige Daniel Vaillant, ha retirado la escolta a la ex jefe de los fiscales antiterroristas. Para Interior, ella ya no corre ningún riesgo especial. De modo que los policías que la acompañaban se han evaporado y ahora vive y se mueve por Francia con el mismo grado de exposición al peligro que cualquier otro ciudadano.
Un centenar de etarras
A ella le gustaría creer que los burócratas que la han privado de escolta tienen más razón que sus razonables temores a una equivocación fatal. 'Estos análisis los hace gente que está en sus despachos y no ha visto jamás la cara a un militante de ETA'. No es su caso. Irène Stoller ha pedido personalmente la cárcel para no menos de un centenar de etarras, siempre en juicios públicos y con los implicados sentados a unos metros de ella; naturalmente, ellos le han correspondido con una lluvia de amenazas.
Los tribunales que juzgan a los miembros de ETA han ido cambiando, pero la fiscal siempre ha sido la misma. Una mera razón técnica hizo que, entre los 120 fiscales de París, le tocara a ella especializarse en ETA. Llegó a la fiscalía antiterrorista en 1988, cuando los procesos a etarras en Francia estaban en sus albores, y a partir de ahí vinieron los juicios y las condenas sucesivas a Santi Potros, Kantauri, Iñaki de Rentería y así hasta superar el centenar de acusados. En diciembre de 2000, José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri -hoy en España por un procedimiento de entrega temporal-, y otros la emprendieron a patadas y mordiscos con los gendarmes que los custodiaban, destrozaron un ordenador y varios muebles de la sala de audiencia y trataron de lanzarse sobre la fiscal Stoller, que les contemplaba imperturbable desde el estrado. En plena lucha con los agentes, se limitaron a insultarla: 'Perra fascista'. Al día siguiente, Iñaki de Rentería completó la faena arrojando un zapato contra los periodistas. Terminada la refriega, la voz de Stoller no se alteró lo más mínimo para pedir los diez años de cárcel que tenía previstos para los principales implicados.
Stoller cree conocer bastante bien a los militantes de la organización terrorista vasca. 'Son gentes que pasan cinco, diez o doce años en la clandestinidad antes de ser detenidos, renunciando a toda vida personal y formándose para matar. La lucha armada, los atentados y los asesinatos son los instrumentos de que se sirven en esta especie de guerra contra los que ellos piensan que son sus enemigos. Esto se ha visto en todos los casos que yo he estudiado. Ellos mismos nos han dicho en las salas de audiencia que no pararán hasta que consigan un Estado nacional vasco'.
La ex fiscal antiterrorista no tiene formado un criterio definitivo sobre si ETA cometerá atentados también en territorio francés, al margen de los disparos contra gendarmes registrados a finales del año pasado, que ella cree fruto de encuentros fortuitos. 'Hasta ahora es evidente que su estrategia ha sido la de no llevar su guerra a Francia', comenta. 'Pero no se sabe en qué momento cambiarán de actitud'.
Para Stoller, los cambios que se observan en el comportamiento de la organización terrorista se derivan de la llegada de nuevos militantes, entre los cuales cada vez aparecen más franceses. 'El relevo generacional, en gran parte favorecido por las detenciones y condenas judiciales, arroja como resultado una organización más imprudente, más expuesta a la acción policial. Muchos de los jefes históricos han sido detenidos y ahora hay gente más joven e inexperta. Hace algunos años, un comando jamás se habría desplazado en un coche robado, sino en coches prestados por simpatizantes franceses, con la documentación en regla, de modo que si les paran en un control y no hay nada sospechoso, puedan continuar. Ahora llevan coches robados o alquilados, un modo de dejar pistas que no deja de asombrarme'.
'Antes, los comandos no salían de las casas en que estaban. Aguantaban tres meses encerrados o salían con enormes precauciones, para observar una clandestinidad rigurosa. Ahora se arriesgan mucho más, hasta el punto de que uno de los últimos detenidos en Burdeos salía de casa todas las mañanas en bicicleta para hacer la compra. Yo pienso que ETA era mucho más clandestina hace diez años que ahora. Esto explica por qué había entonces más dificultades para encontrarlos y por qué en los últimos tiempos se ponen nerviosos y disparan con más facilidad'.
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