Más leña que fútbol

Con el cuchillo entre los dientes. Así transcurrió el duelo entre el primero y el segundo clasificado. Más que de la Liga, el encuentro fue más propio del calcio. Con toda la brusquedad en el fútbol que ello acarrea: amontonamiento de jugadores, faltas a porrillo y toneladas de presión en el centro del campo. Un rollo, vamos.

Mostovoi calentó desafortunadamente el partido antes de jugarlo. Y todos salieron perdiendo. El centrocampista ruso había advertido que el Valencia es un equipo muy duro, y ayer lo fue, efectivamente, pero el Celta no quedó atrás. Hubo más leña que fútbol. Sabedor de que al cuadro de Benítez le disgusta tener que llevar la iniciativa, el equipo vigués se la concedió. Y ni uno ni otro se dedicó más que a destuir a destajo para desesperación de la grada, que soportó un peñazo.

Se jugó, en fin, como si de una final se tratase. Con toda la tensión y tadas las precacuciones defensivas de tales citas. Con infinidad de pérdidas de balón. En medio de tanta aspereza, apenas un pequeño oasis: ese centro brasileño por antonomasia que puso en práctica Fabio Aurelio - con el exterior del pie izquierdo desde el extremo-, que cabeceó impecable Salva y desvió a córner Cavallero, en la única jugada bien trazada de la primera parte. Por lo demás, para rescatar hubo algún regate del fino Jesuli y un par de remates de Mista.

Baraja no anduvo fino y eso lo notó mucho el Valencia, sin fluidez alguna en la creación. El Celta, en cambio, tuvo más criterio en la circulación del balón. Un pelín más. Sobre todo por parte de los dos rusos, Mostovoi y Karpin. También contribuyó a ello el brasileño Sylvinho, que fue una referencia por la izquierda.

Rafa Benítez buscó un poquito de luz con la entrada de Aimar, que se la dio, aunque no en suficiente grado. El técnico madrileño pretendía desatascar como fuera la férrea defensa céltica, de ahí que retirara al desafortunado Salva en beneficio de Vicente. Sin éxito. No hubo manera de derribar la muralla céltica, en la que el espigado Sergio fue un gigante. Víctor Fernández, a su vez, introdujo a su goleador Catanha, para cazar algún contragolpe. A punto estuvo en una chilena lejana y espectacular. El Valencia, al final, empujó con todo, acorraló al Celta, pero Aimar erró en sendos remates.