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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Brindis por Jane y Tarzán

Curiosamente, el narrador de esta historia empieza por anticiparnos de qué va la fábula mediante frases cortas y explicaciones discontinuas. Enseguida sabremos que vamos a encontrarnos con Tarzán y Jane y que empezamos a leer la historia de un desvío, el del protagonista, Cosmo, hacia una experiencia decisiva. Se superponen variadas instancias narrativas y se nos advierte claramente que la nostalgia y el romanticismo determinarán los acontecimientos. 'Hasta llegar a Acapulco, todo fue opaco' y sólo allí 'todo volvió a brillar'.

Cosmo, el personaje que está presente desde el principio al final, representa el idealismo cinéfilo. Con él se identifica el lector y sus vivencias serán las nuestras. Son asimilables a la experiencia mística, pues, fácilmente, podemos identificar las tres clásicas vías de aproximación: la preparación, consistente en la vida anodina y vacilante en España y Hollywood, el proceso iluminativo que se da durante la estancia en la casa de su amigo Levine en Acapulco y la decisiva experiencia que se produce en la decrépita y fantasmagórica vivienda de Johnny Weissmüller (que, por cierto, no sé qué necesidad hay de que aparezca con otro nombre).

TARZÁN EN ACAPULCO

Marcos Ordóñez Destino. Barcelona, 2001 222 páginas. 13,82 euros

La primera parte de la novela,

hasta la llegada a Hollywood del guionista triunfante, tiene un tono candoroso y sentimental. El triunfo se produce sin esfuerzo alguno y la llegada a Hollywood de Cosmo y su novia María acompañados de Ariel (no lo olvidemos, nombre de un genio benéfico) tiene lugar como un cuento de hadas, a los cuales, por cierto, recurre el autor usando algunas de sus fórmulas narrativas. En esta parte hay alguna anécdota grotesca como la de que el director del festival de cine de Cartagena de Indias es devorado por un tiburón.

Las críticas de dispersión o banalidad que pueden suscitar la primera parte se diluyen en cuanto entramos en materia y la narración se centra en el camino sin retorno del protagonista hacia un centro de gravedad donde encontrará no un guión, objetivo de su viaje, sino una visión que afectará a su vida entera. Un itinerario cabalmente graduado: la naturaleza exuberante del lugar, la lujuriosa vegetación, el persistente canto de los pájaros y la omnipresente lluvia, las revistas que reflejan el mundo irreal del antiguo Hollywood, la visión lejana de Tarzán y Jane a través de un telescopio como 'los últimos vestigios de una civilización desaparecida' y la presencia de un viejo estrafalario como los que en las películas 'guardan la oficina del sheriff', con la misión de ejercer de guía en el mundo de lo inexplorado. La descripción de los restos esplendorosos de un pasado devastado, la utilización del cuento de Caperucita, las metáforas de la oscuridad y las velas y las palabras melancólicas e incoherentes de Tarzán son los méritos de esta parte final.

Ordóñez, periodista, autor de teatro y de algún guión de cine, muy conocido como crítico teatral, es un gran aficionado al cine. Con Tarzán en Acapulco ha escogido un argumento que le es muy próximo y ha sabido dar altura literaria a la insólita situación. Por el camino que ha elegido, le seguirán a gusto una buena cantidad de lectores, sobre todo si son aficionados al cine 'de siempre', aunque puede dejar más fríos a lectores con otra sensibilidad.

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