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52º FESTIVAL DE BERLÍN

La Berlinale arranca con una mezcla de ideas buenas y cine malo

Tom Tykwer destroza un frágil guión de Krzysztof Kieslowski

La proclamación por Pieter Kosslick, nuevo director de la Berlinale, de que se inicia una nueva etapa que promete acuerdos dentro de la explosiva variedad cultural del mundo de hoy fue desmentida anoche con la proyección de Heaven (Cielo), película plagada de desacuerdos interiores, en la que el director alemán Tom Tykwer destroza un guión del fallecido cineasta polaco Kieslowski.

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Junto al desacuerdo entre Tykwer y Kieslowski están en Heaven los de la buena actriz australiana Cate Blanchett, que se da de patadas en la pantalla con su soso enamorado Giovanni Ribisi, y los de la propia coproducción entre grupos británicos, alemanes y estadounidenses, que están lejos de dar ni un gramo de acuerdo interior y de homogeneidad al cursi, ampuloso y hueco engendro, que es mitad thriller y mitad poema lírico, y ni una cosa ni otra.

Si Kieslowski levantase la cabeza y viera a qué estilo de cine ha conducido su guión de Heaven, que dejó casi concluido, es seguro que volvería a su tumba, porque es difícil imaginar nada más ajeno a la austera precisión de una filmación del cineasta polaco que el desarreglo y la imprecisión de que hace derroche en Heaven el joven campeón de la modernez alemana Tom Tykwer, que entra a saco en un delicado entramado de cristal con la lógica de un elefante.

Los guiones urdidos por Kieslowski y su amigo escritor Krzysztof Piesewicz son construcciones vivas pero también frágiles. Como todos los mecanismos de alta precisión, estos guiones necesitan para sostenerse una filmación generosa y atenta al equilibrio del armazón y a la armonía del conjunto, que es inestable y puede venirse abajo con el traspié de una simple pieza mal colocada. Pero Tykwer se apoderó de estas sedas de la inventiva cinematográfica con moral arrogante de chico encumbrado y de avezado depredador del talento ajeno. Y dice, recordando sin pudor cómo entró en el universo de Kieslowski: 'Me impregné del guión como si fuera mío. Tenía la fortísima impresión de reanudar temas de mis filmes precedentes de una forma que hasta entonces me era desconocida'.

Tosquedad delirante

La autoindulgencia humana es ancha, pero la de un cineasta sin escrúpulos es infinita. Nada hay ética y estéticamente más lejano al cine que hace Tykwer que el cine que hizo Kieslowski. El director alemán se encarama en los delicados andamios de Heaven y, cuando debiera andar de puntillas en ellos, los hace tambalearse con imágenes como pisotones que alcanzan una tosquedad delirante en el rimbombante desenlace del filme, que se mueve en las cercanías del humor involuntario.

Si la concordia de culturas que propone el nuevo jefe Pieter Kosslick, en su llamada a definir la nueva Berlinale, es la que hay dentro de Heaven, el de anoche no puede ser peor comienzo, y habrá que esperar a la memoria del día a día para poder decir si es creíble o no la idea de que la Berlinale soñada por Kosslick se dispone a dar estos días un auténtico salto hacia el cine futuro.

Kosslick es consciente de que el viejo prestigio creado por el fundador Alfred Bauer se ha tambaleado en los últimos años de la Berlinale y quiere recuperar lo que este gran festival fue. Y, para ello, afirma: 'En los últimos años, el papel de los festivales de cine se ha modificado profundamente. Los motivos que llevaron a fundar la Berlinale hace 52 años tienen, sin embargo, este año una extraña actualidad. Según los estatutos originarios, la Berlinale tiene el deber de mostrar en los filmes seleccionados, religiones y filosofías extrañas entre sí, modelos de vida diferentes, ritos y mitos desconocidos, con el objeto de propagar la tolerancia y la comprensión entre hombres y pueblos. Comprensión, tolerancia y aceptación son hoy las condiciones esenciales de la paz. Y, a través de su programa, la Berlinale contribuye a ello y proclama que 'viva la diferencia' es la fórmula adecuada para el acercamiento entre pueblos'. La proclamación es sencilla y no hueca, y sonó bien ayer aquí. Pero en un festival de cine la verdadera palabra la tiene la pantalla, y Heaven, la película inaugural, es muda.

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