Raúl se queda solo en Montjuïc
El peor Madrid cede el liderato en un partido que el Espanyol remontó tras encajar un gol antes de tocar la pelota
El Real Madrid acabó hecho trizas y petrificado por el alcance de su nefasta actuación en un partido que ganaba antes de que los jugadores del Espanyol tocaran su primer balón. Más allá de la importancia de dejarse el liderato en Montjuïc, lo peor fue que buen número de sus jugadores decidieron delegar funciones y se borraron del partido a medida que el esforzado y corajudo ejercicio de los del Espanyol les exigía algo más que lo políticamente correcto. Eligieron el peor día para permitirse una actitud tal vez nacida de la opulencia de un equipo lanzado a toda máquina en todos los frentes. A la ausencia de Hierro, se añadía ayer la de Zidane y también la de Makelele. Falto de medio espinazo y de un jugador como el francés que tanta consistencia infunde, el Real Madrid se quedó en Raúl y poco más.
ESPANYOL 2| REAL MADRID 1
Espanyol: Mora; Navas, Lopo, Soldevilla, Ricardo (Fran, m. 81); Àlex, Morales; De Lucas, Palencia (Rotchen, m. 85), Roger (Martín Posse, m. 68); y Tamudo. Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Karanka, Roberto Carlos; Flavio (Munitis, m. 70), Helguera; Figo, Raúl, Solari; Morientes (Guti, m. 56). Goles: 0-1. M.1. Raúl remata un centro pasado de Flavio, desde la derecha. 1-1. M.32. De Lucas, desde la media luna, envía un tirazo a la escuadra tras haber recibido un centro de Palencia. 2-1. M.74. Tamudo fusila tras recibir en el área pequeña un balón tocado por Lopo tras un testarazo de Soldevilla a la salida de una falta desde la frontal. Árbitro: Pérez Lasa. Mostró tarjeta amarilla a De Lucas, Lopo, Àlex, Guti y Ricardo. Unos 47.900 espectadores en el estadio Olímpico de Montjuïc en el que se batió el récord de asistencia, que era de 40.200 personas en un Espanyol-Madrid de Copa.
El capitán madridista marcó ese primer gol visto y no visto, en sólo 27 segundos, después de que Flavio, en una de las pocas cosas buenas que hizo, se dejara caer por la banda derecha y metiera un centro que dejó en evidencia la blandura defensiva del Espanyol. Raúl no perdonó después de que el balón sobrepasara una estirada a destiempo de Mora. El partido se le puso a pedir de boca al Madrid. Raúl se descolgaba hasta la medular y ordenaba el juego, en el que no adquiría relevancia alguna el doble pivote formado por Flavio y Helguera. Todas las noticias del Madrid en el área de Mora llevaban el remite de Raúl. Él desahogaba el juego en el centro del campo, lo proyectaba por las bandas o tejía a base de apoyos y paredes y, en el colmo de la inhibición de muchos de sus compañeros, retrocedió hasta la defensa para sujetar en un par de ocasiones las arremetidas de De Lucas. Los jugadores del Espanyol, atribulados por el gol que se tragaron cuando calentaban motores, se pasaban la responsabilidad de echarle el lazo al capitán madridista, sin darle mayor importancia. Y en realidad ése era el punto del que dependía su hoja de servicios. Su pareja de centrales, más que entretenida con Morientes y las apariciones del propio Raúl, dejaba suelto a éste cuando reculaba y Morales y Àlex se hacían un lío y entre que ahora lo coges tu, ahora yo, el Madrid se hizo con la batuta del juego.
La reacción del Espanyol denotó la falta de empaque de la mayoría de sus jugadores frente a la superior calidad de al menos media docena de sus rivales. Pero, a base de coraje y presión en el centro del campo, ganó metros e incordió. Aún así, con Pavón muy encima del bullicioso Tamudo, Casillas no pasaba mayores apuros. El empate llegó en un flagrante error defensivo. Palencia cabalgó por la izquierda y el muro madridista basculó por completo. El mexicano centró hacia atrás, hacia un De Lucas tan libre de marca en la media luna que tuvo tiempo para templar y empalmar un tirazo que se coló por la escuadra de Casillas.
El Madrid dio señales intermitentes de vida y le exigió a Mora un notable acierto en los mano a mano. El primero lo resolvió ante Solari, que suplió la ausencia de Zidane, en una entrada por su carril izquierdo. Ciertos pasajes sin relieve acreditaron la inopia de algunos jugadores madridistas, como una falta sacada muy rápido mientras se las tenían tiesas en una estéril discusión fuera de foco con Tamudo o un envío de Flavio para que atendieran a un compañero cuando éste ya se había reincorporado. De ese balón, cazado por Roger, surgió otra buena ocasión para el Espanyol. Mora volvió a salvar a su equipo en dos salidas ante Raúl. Pero entre medias, el Espanyol, muy tirado atrás en la reanudación, se rehizo y anotó el segundo tanto. Fue después de los primeros relevos, todos tan revitalizantes para el Espanyol como desestabilizadores para el Madrid. Posse sentó a Roger pero el argentino se situó en la derecha y atribuló a Roberto Carlos, y De Lucas pasó al carril izquierdo. Del Bosque dio entrada a Guti y Munitis pero lejos de reactivarse, el Madrid perdió la brújula y cedió al empuje de su rival. Para más inri, el Espanyol anotó en una jugada ensayada que dejó en evidencia a la defensa del Madrid. Fue una falta en la frontal que Àlex puso en la cabeza de Soldevilla y que remató Tamudo, libre de marca en el área pequeña. Fue la definitiva evidencia del partido acomodaticio de un Madrid que trató de hacer valer su gol a medio gas, firmar el armisticio después y que acabó derrotado, dejando a Raúl más solo que la una.
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