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Entrevista:MANUEL CHUECA | Director del Instituto Cartográfico Valenciano | APUNTES

'Hay que abandonar los corporativismos'

Manuel Chueca procede de Ávila, pero lleva más de 40 años en la capital del Turia donde ha dirigido y fundado las instituciones académicas de ingeniería geodésica, cartográfica y topografía de la Universidad Politécnica de Valencia. A poco de jubilarse habla de rebeldía, creatividad y utopías, y alimenta un sueño: la nueva sede del Instituto Cartográfico Valenciano (ICV), que se empezará a construir dentro de unos meses en el campus de la Universidad Politécnica, una institución dependiente de la Generalitat Valenciana que él fundó en 1997. Prueba de su actividad es la celebración en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Geodésica, Cartográfica y Topográfica a partir de hoy y hasta el 8 de febrero de la 3ª Asamblea hispano-portuguesa de geodesia y geofísica en la que participan 450 congresistas.

Pregunta. ¿Cómo nació el proyecto del ICV?

Respuesta. Académicamente habíamos llegado hasta donde era posible, gracias al decidido apoyo del rector Justo Nieto. En 1990 se puso en marcha la Escuela Técnica de la que fui director, y cuatro años más tarde, por primera vez en España, la Escuela Superior y los estudios de doctorado.

Cuando la Generalitat pensó organizar la cartografía valenciana, se creó en 1997 el ICV en un lugar insólito, dentro de un campus universitario, a pesar de que es independiente de la universidad.

P. ¿Cómo es la relación entre una institución de la Administración y una Universidad?

R. Se trata de optimizar recursos creando una sinergia entre ambos. Acercando la teoría de la universidad a las necesidades de la sociedad. El ICV pretende que los proyectos fin de carrera y las tesis doctorales no terminen en un anaquel de la biblioteca de un departamento, encaminarlos hacia un trabajo de aplicación inmediata, obtener patentes y, en lugar de comprar tecnología, producirla y venderla. El Instituto indicaría el camino y su laboratorio sería el de la universidad.

P. ¿Y si no se produce esta sinergia?

R. El ICV se convertiría en una entidad obsoleta dedicada a fabricar mapas, que compraría la tecnología y seguiría los dictados de las empresas. Pero si somos capaces de aunar esfuerzos, si somos generosos en nuestras justas atribuciones, iremos por el buen camino.

P. ¿Cuáles son sus quejas?

R. Más que quejas son inquietudes. La primera es que esto que le acabo de explicar no se entienda del todo. Que puedan más los corporativismos que los proyectos comunes. También me inquieta la precariedad de las instalaciones que actualmente tiene el ICV. Otra inquietud es que el grupo de ingenieros que hemos formado se disperse. El capital humano es de difícil reproducción.

P. Usted siempre alaba a su equipo.

R. Es que el único orgullo que yo tengo es la gente que trabaja conmigo. Tengo unos colaboradores que están haciendo que yo no haga falta. Que han dispuesto de autonomía para desarrollar su creatividad. Aunque el ICV no tiene laboratorio, los alumnos que ha producido la Escuela colaboran con gran entusiasmo. De la gente joven recibimos más de lo que les damos.

P. ¿Qué proyectos ha desarrollado el ICV?

R. Los primeros frutos son el mapa 1:10.000 de la Comunidad Valenciana, que llevaba 17 años parado, y está en marcha el 1:5.000. Entre los trabajos de cartografía autonómica, los nuestros están muy bien vistos. Ya tenemos proyectos con el Instituto Geográfico Nacional donde represento a esta comunidad.

P. Es la segunda vez que se celebra la asamblea de cartografía en España. ¿Tiene tradición en esta disciplina?

R. Cuando en 1865 se fundó el Instituto Geográfico Nacional, España era un referente internacional en cartografía y sus patentes tenían gran prestigio. Pero puede volver a haber investigación cartográfica. Es la primera vez que esta Asamblea se celebra en un campus universitario. Si el ICV no estuviera aquí seguramente no habría sido así.

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