La difícil batalla del Vaticano
La condena de la homosexualidad declarada, puesta de manifiesto por el Papa Juan Pablo II en numerosos discursos, cartas apostólicas y sermones, no puede ocultar, sin embargo, la existencia de un problema real dentro de la Iglesia Católica que ha practicado históricamente una escrupulosa segregación de sexos en seminarios, escuelas y universidades. La homosexualidad está considerada por la Iglesia Católica como una 'grave depravación'.
El Vaticano se opuso a la celebración del Gay Pride en Roma, en julio de 2000, coincidiendo con el Año Santo, y prohibió la participación del prelado francés, Jacques Gaillot, obispo de Evreux, gran defensor de los homosexuales, en uno de los debates organizados en esas fechas.
Sin embargo, a juzgar por las declaraciones de religiosos y teólogos, la homosexualidad está más infiltrada en la institución de lo que podría pensarse. En mayo pasado el diario británico The Independent se hacía eco de la situación anómala, por decirlo de alguna manera, de los seminarios católicos en este país, que habría alarmado a la iglesia. El sacerdote Kevin Haggerty, rector del seminario de Saint John en Surrey, reconocía que el porcentaje de homosexuales entre los aspirantes al sacerdocio es superior a la media que manifiesta esta inclinaciós en el conjunto de la sociedad.
En EE UU, la atracción del sacerdocio sería aún mayor para los homosexuales. Donald Cozzens, rector del seminario Saint Mary (Cleveland), afirma que el porcentaje de homosexuales entre los sacerdotes de menos de 40 años, se sitúa en torno al 60% del total en ese país. Cozzens, autor del libro The Changing Face of the Priesthood, (El rostro cambiante del sacerdocio) escribe al respecto: 'El sacerdocio del siglo XXI será percibido, probablemente, como una profesión predominantemente gay'.
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