Pompas de jabón
El cine norteamericano está plagado de comedias románticas que son como pompas de jabón. En alguna medida son perfectas, pero en realidad, una vez que se rompen, que se acaban, se descubre que no son nada, absolutamente nada. Han cumplido su función y poco más. Esto es lo que ocurre con Serendipity -extraño título que sólo es el nombre de un pequeño delicatessen que la protagonista traduce por Accidente afortunado-, una bien construida comedia romántica, pero que esconde su principal fallo en su perfecta estructura dramática.
La historia gira en torno a una pareja que se conoce en unos grandes almacenes de Nueva York el día de Navidad, deja al destino volverse a encontrar y por un fallo no se ve donde debería. Años después, cuando cada uno va a casarse por su lado, siguen recordándose, deciden darse una última oportunidad para encontrarse y... El final resulta muy fácil de adivinar.
SERENDIPITY
Director: Peter Chelsom. Intérpretes: John Cusack, Kate Beckinsale, Jeremy Piven, Molly Shannon, Bridget Moynahan, John Corbet. Género: comedia romántica, Estados Unidos, 2001. Duración: 90 minutos.
Esta comedia romántica, en su variante de juego con el destino, tiene una estructura perfecta, pero impide que la pareja protagonista, el máximo atractivo de la película, esté junta en muchas escenas. Esto da demasiada preponderancia a cuatro inevitables, y no muy atractivos, secundarios: el novio de ella, John Corbet, y la novia de él, Bridget Moynahan, que no pueden hacer sombra a los protagonistas, y la amiga de ella, Molly Shannon, y el amigo de él, Jeremy Piven, a quienes hacen sus confidencias y que deben tener un tono gracioso.
Esto convierte a Serendipity en un juego de historias paralelas, subrayado por el hecho de que una se desarrolla en Nueva York y la otra en Los Ángeles, en una perfecta pompa de jabón -que, además, gira en torno a una primera edición de El amor en los tiempos de cólera, de Gabriel García Márquez-, pero en la que resulta imposible que los siempre excelentes John Cusack y Kate Beckinsale, que además no se prodigan en este tipo de películas, aparezcan juntos.
Dirigida con cierta habilidad por Peter Chelsom -no es una exageración decir que es la mejor de sus cinco películas dado el poco atractivo de las otras cuatro-, sabe sacar un buen partido del guión de Marc Klein, e incluso está a punto de convertir la separación de los protagonistas en la intriga de la historia. Sin embargo, lo mejor de su trabajo es la dirección de actores, tanto por contener a los secundarios, por ejemplo la siempre exagerada cómica Molly Shannon, como, muy en especial, por el buen trabajo de John Cusack y Kate Beckinsale, a pesar de las pocas escenas que comparten.
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