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Columna
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La propuesta de Batasuna

Batasuna acaba de presentar su propuesta para la paz, un documento de cuatro folios titulado Un escenario para la paz cuyo texto fue dado a conocer el domingo por el diario Gara. En su presentación, Arnaldo Otegi pidió a quienes se acerquen al nuevo documento una actitud sincera y responsable, 'no buscando lo que cada uno quisiera encontrar en él'. No es fácil cumplir con esta petición; no sé ni si tal cosa es posible, ni siquiera si se trata de una petición razonable, pues no hay texto alguno que sea sólo texto. ¿Puede acaso recibirse un texto sin ponerlo en relación con su emisor? ¿Puede valorarse un texto sólo en función de lo que afirma, sin tener en cuenta aquello que calla? ¿Puede entenderse una declaración sin enmarcarla en un contexto, sin eslabonarla con otras declaraciones, con otras actuaciones? Podrá parecer mejor o peor, más o menos inteligente, o justo, o limpio, pero si nadie está a salvo de que sus aspiraciones y sus propuestas políticas puedan verse afectadas en función de a quién visita, con quién se reúne o de quién parece estar próximo, la aspiración de Batasuna para con su texto no es más que eso, una legítima aspiración.

De hecho, el mismo diario que nos ofreció la noticia recogía dos reacciones contrapuestas entre los periodistas que cubrieron el acto: quienes consideraban que 'la música del texto sonaba nueva' y quienes, por el contrario, pensaban que no había nada nuevo 'porque no hay tregua'. Este columnero comparte ambas apreciaciones, en absoluto incompatibles.

Sobre un fondo musical ya clásico en la izquierda abertzale -conflicto histórico de carácter político en el origen de la violencia, afirmación de Euskal Herria como sujeto de derechos, territorialidad- uno cree detectar novedosas variaciones y arreglos: una mayor y mejor intelección de la constitutiva pluralidad cultural y política vasca, incluida la pluralidad de sentimientos de pertenencia nacional; el esfuerzo por diferenciar entre las condiciones y propuestas para construir un escenario de paz y los proyectos políticos de cada cual. Son variaciones importantes, que no debemos despreciar, pero se quedan en apuntes. El ritmo de fondo no las anula, pero sí impide su desarrollo. En la práctica, ambas innovaciones se ven anuladas: la pluralidad, al afirmarse un sujeto político colectivo perfectamente definido; la separación entre paz y proyectos políticos, al poner como condición el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Pero están ahí, y eso es bueno. Habrá que confiar en que la izquierda abertzale sea capaz de desarrollarlas.

Como ya he dicho, el diario Gara publicaba el domingo en su página 14 el documento de Batasuna. En la página 15, recogía una entrevista con el sacerdote Alec Reid, mediador en el conflicto irlandés y considerado por muchos como el catalizador que hizo posible el documento de Downing Street. 'De hecho, hay dos conflictos en contenciosos como el que tenéis en el País Vasco, explicaba Reid. Está el conflicto político, que puede ser entre nacionalistas vascos y nacionalistas españoles, o lo que sea. Pero también existe un conflicto entre quienes defienden las vías militares o violentas y quienes abogan por otros métodos (...) Cuando un conflicto político se vuelve violento y estalla en las calles, se convierte en sufrimiento para toda la sociedad (...) En calidad de representantes de la Iglesia, nosotros decimos lo siguiente: Miren, pueden ser unionistas, nacionalistas o lo que quieran. Saquen ese conflicto de las calles y traten de resolverlo en torno a una mesa. Luego pueden estar cien años discutiendo y luchando, pero sin que nadie resulte muerto o herido'. Batasuna considera que sólo es posible superar el conflicto violento solucionando el conflicto político, mediante el reconocimiento del derecho de autodeterminación para el conjunto de Euskal Herria. Por el contrario, lo que Alec Reid plantea es el camino inverso: decir no a la violencia desde ahora mismo, sin otra garantía que cien años de diálogo, discusión y negociación política.

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