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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Preocupante

El acoso moral en el trabajo está alcanzando en las denominadas sociedades avanzadas unas dimensiones muy preocupantes. Según el estudio aparecido en EL PAÍS del pasado domingo 13 de enero, aproximadamente 750.000 trabajadores en España, un 5% de la población laboral, sufren en diferentes grados acoso moral en sus puestos de trabajo (son datos que se desprenden de una encuesta de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo, basada en 21.500 entrevistas). En el citado estudio se recoge un retrato robot del acosador, proporcionado por el psicólogo social de la Universidad de Alcalá de Henares Iñaki Piñuel, que a mí me parece esclarecedor, y en donde aparece una metáfora que refleja magistralmente la sordidez del universo personal del acosador: 'Cadáveres en el armario...'. Los casos que yo he podido conocer corroboran ese perfil 'moral' del acosador: su cobardía, su complejo de inferioridad y, en la mayoría de los casos, su mediocridad profesional.

Es preciso acabar con los tres factores que, según Piñuel, necesita el acosador: el secreto, la vergüenza (o el miedo) de la víctima y los testigos mudos (o impotentes), factores todos ellos que coadyuvan a la impunidad del acosador. Al margen de las soluciones personales que siempre se deben buscar para cada caso específico de acoso laboral, es urgente que se modifique la legislación laboral y penal, en la línea de los países de nuestro entorno, para que las víctimas de estos delitos puedan defenderse adecuadamente. Afortunadamente, el Tribunal Supremo ya ha creado jurisprudencia mediante la sentencia de la sala 6 de 23 de julio de 2001.

El Estado no debe permanecer impávido ante esta injuria, cifra negra de los delitos no denunciados: el psicoterror laboral.

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