_
_
_
_
Reportaje:Aulas

Películas heladas

La Filmoteca de Andalucía, en Córdoba, desvela los secretos del cine a los escolares que la visitan

Lunes, once de la mañana. Una veintena de chicos de entre 14 y 15 años ocupa disciplinadamente las primeras filas de un cine a media luz. Se oye una voz que pregunta dubitativa: '¿Dónde se compran las palomitas?'. Respuesta amable pero firme: 'No: palomitas, aquí, ni soñarlo'. Porque este no es un cine cualquiera: se trata de la sala de proyecciones de la Filmoteca de Andalucía, que tiene su sede en la Judería cordobesa, y que, entre muchas otras actividades científicas, educativas o sencillamente placenteras, recibe la visita de estudiantes interesados en el cine, como fin o como medio.

Esta vez son los alumnos de tercero y cuarto de ESO del Instituto San Roque de Dos Torres, una localidad situada a 80 kilómetros al norte de Córdoba. Han viajado una hora larga en autobús para aprender cómo funciona la Filmoteca y ver cortometrajes en francés, una oportunidad que no se presenta todos los días.

'Es una manera activa de aprender la lengua fuera del aula: el cine es un instrumento cultural de primera fila, que da acceso a realidades diferentes', explica Práxedes García, su profesor.

Conservación

Rafael Jurado, uno de los trabajadores de la Filmoteca, se encarga de explicar a los chicos qué es lo que se hace en esta institución. 'Hay tres vertientes fundamentales: la exhibición de películas, la conservación y restauración de material fílmico y la investigación'.

De todo tendrán muestras. En lo que toca a las proyecciones, Jurado les cuenta que en la Filmoteca pueden ver toda clase de cintas que no es fácil encontrar en las salas comerciales. 'A veces se hacen retrospectivas, es decir, se pone toda la filmografía de un director, como Luis Buñuel o Elia Kazan; a veces se programa por géneros, de modo que se organiza un ciclo de comedias musicales, o del Oeste, o como ahora, uno sobre bandas de ladrones, que se llama Esto es un atraco'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Jurado hace una pausa y pregunta a los estudiantes cuál es la película más vieja que recuerdan. Se oyen murmullos en el patio de butacas, se remueven pensamientos en blanco y negro, y al final emerge una respuesta consensuada: 'Las de Charles Chaplin'.

'Bueno, pues las hay aún más antiguas', les asegura su profesor. Y les habla de los primeros filmes, en los que simplemente se colocaba la cámara, por ejemplo, a la salida de una fábrica y se tomaban las imágenes tal cual; pasa luego al momento en que se introdujeron historias y actores que interpretaban personajes, 'todo mudo, con gestos y letreros aclaratorios', explica García. La clase va avanzando a través de la historia del cine: los alumnos van abriendo los ojos y enterándose de las particularidades del lenguaje de las películas.

Y cuando, después de una breve escala en el color, el Cinemascope y Hollywood, llegan a la actualidad, es el momento de ver los cortos en francés, casi todos de animación, que García ha seleccionado para ellos. 'Los oídos bien atentos', les advierte.

Al principio sólo se oye reírse al profesor, que es, parece, el único que entiende lo que pasa en la pantalla. Los alumnos ponen interés, pero mantienen un silencio estupefacto hasta que van haciéndose a los sonidos, y aún así ponen cara de que les gustaría tener traducción simultánea.

Fin de la proyección. ¿Les gustó? Carlos Moreno, de tercero, contesta: 'Bueno, sí, pero estamos acostumbrados a ver otras cosas'. De eso se trata, claro.

Ahora toca levantarse de las butacas y bajar hacia el frío: a las cámaras frigoríficas donde se conservan las películas, dentro de sus correspondientes latas, a seis grados centígrados.

Ramón Benítez toma el relevo y explica a los alumnos cómo se guardan las cintas para evitar que se vayan deteriorando y acaben convirtiéndose en una pasta de fotogramas viscosos y derretidos, y luego en puro polvo. Ellos tiemblan, pero se interesan mucho por el proceso. Ya les ha picado el gusanillo del cine; la visita ha sido un éxito.

Al rescate de imágenes antiguas

¿Para qué sirven las películas? 'No son sólo para entretener', advierte Rafael Jurado a los escolares. 'Son documentos históricos de primera mano, básicos para conocer el siglo XX. A través del cine se puede saber cómo vivía la gente, cómo eran sus casas, cómo se comportaban, cómo iban creciendo y cambiando las ciudades. Por ejemplo, se observa muy bien hasta qué punto se ha transformado el papel social de la mujer, desde las folklóricas que cantaban en las primeras cintas andaluzas a la protagonista de Solas, la aclamada película del cineasta sevillano Benito Zambrano'. Jurado les explica que durante la guerra civil se perdió mucho material audiovisual, y que el franquismo destruyó o quitó de la circulación muchas cintas cuyos contenidos no les eran favorables. 'Parte importante de nuestro trabajo es recuperar todo lo que podamos, buscando, por ejemplo, en cines antiguos, o consultando con las familias de los coleccionistas'. Los alumnos asienten y se suman en seguida a la operación rescate. 'Me gustaría mucho que en mi pueblo hubiera también películas antiguas', dice Noelia Rubio, de cuarto. Ramón Benítez les ha enseñado una muestra concreta de esta campaña de recuperación; en una de las cámaras frigoríficas del subsuelo de la Filmoteca yace la colección de un malagueño, dentro de la cual destacan películas de títulos tan suculentos como El imperio del mal, El secreto del Sáhara o El espanto surge de la tumba. 'Primero tenemos que ver en qué situación se encuentran, para luego ver qué hacemos con ellas', aclara. Y del frío polar, los estudiantes pasan agradecidos a la calidez de la biblioteca y la videoteca, en el piso superior, donde se almacena ordenadamente un montón de información sobre cine y se facilita el trabajo a los investigadores, que vienen de muy lejos para consultar los fondos de la Filmoteca. Señalando a los jóvenes que visionan vídeos en una habitación oscura y silenciosa, cada uno conectado a su aparato de televisión y aislado del mundo por sus cascos, dice José Manuel García, de cuarto curso: 'Esta es otra forma de aprender: no todo tienen que ser libros'. Y remata: 'Podríamos volver para ver películas en inglés'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_