Carta abierta a Louis Armstrong

Querido y admirado Satchmo, que estás en los cielos, estábamos celebrando tan ricamente el centenario de tu nacimiento y recordando tu breve pero vívida estancia en España, donde nos regalaste tu arte en el ya ¡ay! desaparecido Windsor Palace de la Diagonal aquella fría noche de diciembre de 1955 que tú calentaste con las agudas notas de tu trompeta y la resquebrajada voz que evocaba el paisaje musical del Viejo Sur, cuando un lamentable incidente me impulsa a escribirte con urgencia para advertirte del peligro que podrías correr, caso de que se te ocurra volver a Barcelona. Sabedor de que en la Gloria de vez en cuando a los santos de la banda se os ocurre salir de marcha, te prevengo del riesgo que supone tu doble condición de negro y trompetista, combinación que te convierte en altamente sospechoso. Que se lo pregunten a un colega tuyo. Cuídate, Louis, no vaya a ser que te confundan y, además de recibir una soberana paliza, te culpen incluso de procurar defenderte.

El Windsor ya no está, ahora es un banco. El General ha muerto pero está mal enterrado. Yo te sigo escuchando cada día. A pesar de todo, it's a wonderful world.