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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

La amenaza de los ladrillos

La presión urbanística altera el paisaje de las sierras de Grazalema y las Nieves

Antes de obtener distinción alguna por sus valores naturales, varios de los municipios que salpican las sierras gaditanas fueron bautizados como 'pueblos blancos', un reclamo turístico que condensaba en dos palabras la peculiar arquitectura de estas localidades, perfectamente integrada en el paisaje. Una característica que sin duda fue tenida en cuenta por la Unesco cuando, en 1977, otorgó el título de Reserva de la Biosfera a la Sierra de Grazalema.

Aquella fue la primera de una serie de distinciones que buscaban la conservación de este territorio. En 1984 se convirtió en uno de los primeros parques naturales de la región y cuatro años después se declaró Zona de Especial Protección para las Aves. Sin embargo, todas estas figuras no han podido evitar que esta comarca esté sometida a una intensa presión urbanística que ya ha causado profundas alteraciones en enclaves de gran valor.

'En la mayoría de los municipios que conforman la reserva de la biosfera', explica Juan Clavero, coordinador de Ecologistas en Acción, 'se está apostando por modelos urbanísticos desproporcionados e injustificados'. En definitiva, añade, 'estos pequeños pueblos pretenden convertirse en zonas residenciales, promoviéndose, desde las administraciones públicas, proyectos que llevarían a duplicar, en algunos casos, los núcleos urbanos existentes'.

Y no es sólo una cuestión de cantidad, sino también de estética. El tipo de construcción que se ha impuesto en muchas zonas nada tiene que ver con la arquitectura tradicional de esta comarca, alterando sus señas de identidad y provocando un fuerte impacto visual.

Los problemas se concentran, sobre todo, en el municipio de Grazalema, cuya población está estabilizada en torno a los 2.300 habitantes. Las normas subsidiarias de su planeamiento urbanístico, actualmente en fase de revisión, incluyen una serie de actuaciones que los ecologistas consideran causarán un grave deterioro en su patrimonio cultural y paisajístico. Está previsto, por ejemplo, duplicar el suelo urbanizable en esta localidad, y cuadruplicarlo en la pedanía de Benamahoma. En este último enclave está prevista la urbanización de más de 150.000 metros cuadrados de terreno, con un total de 571 viviendas, entre las que se incluyen 384 casas adosadas.

Ecologistas en Acción ha presentado más de 200 alegaciones a estas normas subsidiarias, incluyendo algunas propuestas encaminadas a proteger la peculiar tipología de algunos de los núcleos rurales del parque. En Benamahoma, por ejemplo, el modelo de futuros desarrollos urbanísticos debería ajustarse, según este colectivo, al tipo de vivienda característica de esta población: construcciones de una o dos plantas, agrupadas en manzanas estrechas, huerta en la trasera y cubierta a dos aguas con teja árabe.

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En la vecina Sierra de las Nieves, ya en la provincia de Málaga, la amenaza de la presión urbanística se manifiesta con igual gravedad. En la actualidad existen proyectos para la construcción de más de un millar de viviendas unifamiliares, destinadas a servir como segunda residencia, y varios campos de golf. Se trata, al igual que Grazalema, de un parque natural que, además, ha sido distinguido con el título de reserva de la biosfera.

Algunas obras son ya irremediables, como la línea de alta tensión que atraviesa el parque de noroeste a suroeste, o las antenas de telefonía móvil que salpican Sierra Hidalga, infraestructuras que han alterado gravemente el paisaje.

Ya que, en opinión de los ecologistas, la mayoría de los ayuntamientos no parecen decididos a apostar por un modelo urbanístico sostenible, y tampoco la Consejería de Medio Ambiente ha puesto freno a estas amenazas, las denuncias de este colectivo han terminado remitiéndose a la Unesco, para que este organismo examine la situación de ambos espacios y determine si aún son merecedores de la distinción que en su día recibieron. 'En cualquier caso', concluye Clavero, 'lo que pedimos es que se tomen las medidas oportunas para evitar la degradación de estos territorios serranos, que han sido propuestos como Lugares de Interés Comunitario dentro de la futura Red Natura 2000 de la Unión Europea'.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Obras sin impacto

Hasta 1994 el planeamiento urbanístico de cualquier municipio andaluz no tenía por qué incorporar ningún tipo de cautela ambiental. Bastaba con que sus previsiones no entrarán en contradicción con la normativa que regulaba algunos aspectos sectoriales, como vías pecuarias o terrenos forestales. La Consejería de Medio Ambiente se limitaba a emitir los informes preceptivos sobre aquellas materias que eran de su competencia, sin poder intervenir en otras cuestiones. Con la aprobación de la Ley de Protección Ambiental de Andalucía los planes urbanísticos se incorporaban al amplio listado de obras y actividades que debían someterse a una evaluación de impacto ambiental, lo que en principio otorgaba un poderoso instrumento de control a la consejería. Sin embargo, la experiencia de estos últimos ocho años no se puede considerar, a criterio de Ecologistas en Acción, muy satisfactoria. Las evaluaciones de impacto ambiental aplicadas a los planes urbanísticos, revela este colectivo, se han convertido en la simple suma de informes sectoriales, es decir, no han aportado nada a lo que ya existía porque prescinden de una visión global. 'Se está desperdiciando una herramienta con enormes posibilidades, porque no se trata sólo de incluir meras medidas correctoras a las propuestas de los ayuntamientos, como se está haciendo, sino de evaluar las consecuencias ambientales de la totalidad del planeamiento, incluidos aspectos urbanos de los que suele huir Medio Ambiente', explica Clavero. Además, ni siquiera las medidas correctoras suelen cumplirse, y en estos casos la administración ambiental no suele intervenir para que se respeten las obligaciones a las que se sometió el municipio. 'La indisciplina urbanística', lamenta Clavero, 'es un cáncer que está destruyendo muchas de las zonas de mayor interés forestal y paisajístico de Andalucía'.

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