La peor prueba de fuego

Acostumbrado a vivir como un péndulo enloquecido, el Barça vuelve al Camp Nou (17.00 horas, Teletaquilla) sonrojado por la supuesta juerga en Madrid la víspera del partido ante el Rayo. Todo fue al revés de como se preveía: los azulgrana ganaron al Zaragoza y al Sevilla e intentaron que Vallecas fuera el trampolín para acercarse a la cabeza de la Liga. Nada salió como se pretendía: perdió el Barça y la derrota se embadurnó con la acusación de que algunos de los jugadores estaban más pendientes de firmar banderines a unas 'señoritas' de Cuenca que de batir a Etxeberria. Toda la atención está puesta ahora en el Camp Nou, hastiado de tanto desencanto en el césped como del sinfín de incidentes que han salpicado este año el vestuario.

El Barça sabe que esta semana se ha convertido en la rechifla y en la mofa de su propia afición. La decadencia ha llegado hasta puntos inimaginables no hace tanto: el club ha extraviado tanto su identidad que, por perder, hasta ha perdido una virtud tan barcelonesa y de la que hacía bandera como la de la discreción (las compras de Saviola en Andorra horas antes de jugar en Figueres; el positivo en un control de alcoholemia de Kluivert; ahora la supuesta fiesta). El club se ha convertido en traslúcido: alguien habla por los codos y, quizá por todo ello, el técnico Carles Rexach propuso a la prensa, el día que saltó el escándalo, una reflexión ética sobre las fronteras que debe rebasar el periodismo. 'Hay cosas, que aunque sean verdad, son impublicables', dijo el técnico. Por el momento elegido, el comentario fue seguramente inoportuno y no hizo más que agudizar las sospechas. Rexach ayer, quiso 'liquidar' el asunto afirmando que respetaría el 'pacto de silencio' del vestuario al tiempo que aclaró, no sin varios rodeos, que ningún futbolista sería sancionado por la supuesta fiesta que, según el club, nunca existió.

'El equipo está muy enfadado y con rabia. Algunos quieren tomar medidas drásticas [Cocu, Gerard y Gabri han anunciado su deseo de recurrir a los tribunales] y espero que se tomen la revancha ante Osasuna', afirmó. Pero todos sus intentos de aparcar el tema fueron inútiles. Rexach fue el primero en amenazar al equipo el lunes, en una charla privada, con delatar el nombre de algunos jugadores por llevar una conducta irregular. 'Pero esa frase se sacó de contexto. Yo no hablaba de sexo', dijo. 'Me refería a vivir más el fútbol, a soñar más con el gol que puedes marcar. Antes, cuando veíamos a alguien hablar con un móvil en el aeropuerto, pensábamos que estaba loco y ahora parece que el loco es el que no lo hace. Cuando se acaba un partido, se gane o se pierda, todo el mundo se conecta a la música con los auriculares y baila o enchufa el ordenador . Es un problema generacional', se explicó. Y puso un ejemplo: que el día que el Barça jugó en Las Palmas, los pasillos del hotel parecían Las Ramblas. 'Llevamos un servicio propio pero hay hoteles que llevan menos control. Menos mal que esta vez fueron unas señoras', dijo con ironía. 'Porque si hubieran sido tíos hubiera sido aun peor'.

El Barça, que cuenta con las bajas por sanción de Kluivert y Puyol, espera contar con la 'inteligente' complicidad de la grada para batir a Osasuna, que ya arañó un empate en El Sadar y que hace meses provocó (3-0) la destitución de Serra Ferrer.

Barça: Reina; Reiziger, Christanval, De Boer, Sergi; Gabri, Xavi, Cocu; Rivaldo; Saviola y Overmars.

Osasuna: Unzué; Cruchaga, Jusué, Josetxo; Yanguas, Puñal, Fernando; Alfredo, Palacios, Gancedo; y Aloisi.