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El hijo mayor de la parricida de Murcia despertó al oír ruidos y encontró a sus hermanos muertos

Patricia Ortega Dolz

Francisca González, la mujer que confesó haber estrangulado a sus hijos Francisco y Adrián, de seis y cuatro años, en la madrugada del sábado, tuvo varias horas para preparar una burda coartada. El tiempo se le acabó cuando los ruidos que hacía en la casa despertaron a su hijo mayor, J. C., de 13 años. Hacia las dos de la mañana, con los niños supuestamente ya muertos, su madre, a quien todos llaman Paquita, le había despertado diciéndole que creía que había ladrones en la casa. El chico bajó pero no vio a nadie y se volvió a dormir. Horas más tarde Paquita, de 35 años, rompió un cristal, para simular la entrada de un ladrón y desordenó la casa.

Fuentes cercanas a la investigación, que atribuyen el crimen a un deseo de Paquita de dañar a su esposo, José Ruiz, ante la perspectiva de que la abandonase, aseguran que esos fueron los ruidos que despertaron al adolescente. Se acercó a la habitación de su madre y la vio allí. '¡Los niños no se mueven!', gritó ella. 'No es que no se muevan, es que están muertos', contestó él y salió corriendo hacia la casa de su tía, a escasos metros de su domicilio. Eso explica que cuando llegaron la Guardia Civil y los servicios de urgencias, alertados por Paquita, la puerta estuviese abierta y hubiese familiares dentro.

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Paquita se despertó ayer por primera vez en la prisión de la Sangonera, a unos 15 kilómetros de la capital murciana. Mientras pasaba su primera mañana en la cárcel su hijo mayor prestaba declaración ante el titular del juzgado número cinco, Edmundo García Ruiz, que instruye el caso. El muchacho llegó al Palacio de Justicia acompañado de su padre y de su tía, que trabaja allí como administrativa. Durante algo más de una hora declaró como testigo ante el juez en presencia del abogado que se encarga de la defensa de su madre, Cándido Herrero.

'Yo creo que esta mujer no es consciente de lo que ha pasado. Tengo la impresión de que está viviendo una realidad distinta a la nuestra', afirmaba el letrado, que ha solicitado un informe psicológico que comenzó a ser realizado ayer por técnicos de la prisión, según comentó su director, Guillermo Miranda: 'Se trata de ver si hay algún tipo de problema de personalidad y cuál es el nivel de asunción del delito'. El resultado de estos informes puede ser determinante para establecer la condena. Paquita pasó la noche en una celda del módulo de mujeres, acompañada de una reclusa de apoyo elegida por los directivos del centro para prevenir un suicidio.

Entre tanto, la incredulidad sigue siendo la sensación predominante entre quienes conocían a la familia. Uno de sus maestros recordaba lo inteligentes que eran Paquita y su hermana Consuelo, que ahora padece una esquizofrenia, desarrollada después de que la abandonase su marido. Una de sus vecinas de Molina de Segura, el pueblo natal de José, en el que vivieron nueve años, comentaba que era una familia muy unida. Y en el departamento de servicios sociales no consta ni una denuncia por malos tratos por parte de Paquita. En este mismo pueblo ejerce ahora el cura que los casó en Santomera, el mismo día que el hijo mayor hizo la comunión y fue bautizado el segundo. 'Cuando acababa de llegar a Santomera vinieron los dos a explicarme su situación. Se la veía muy ilusionada. De hecho, el día que fui a verla al velatorio de sus hijos me dijo: '¿Se acuerda usted de lo bien que lo pasamos?'.

El hijo mayor de la parricida llega al juzgado acompañado de su padre y otros familiares.
El hijo mayor de la parricida llega al juzgado acompañado de su padre y otros familiares.EFE

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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