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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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Melilla: un lamentable error

Desde el pasado 8 de octubre, la edición para España y Portugal del International Herald Tribune (IHT) incluye, de lunes a sábado, un suplemento de ocho páginas de EL PAÍS, en inglés, en el que se recogen las noticias de ámbito nacional, de Hispanoamérica o algunas internacionales, en cuanto tienen especial reflejo o afectan a nuestro país. Se incluyen, también, tribunas de opinión y algunos editoriales.

Se trata de una selección de noticias, destinadas a un público anglohablante, que se editan por un grupo de periodistas bilingües y de traductores.

En el suplemento del pasado miércoles, día 16, se tradujo un editoral que, en las ediciones en español se tituló Expulsión familiar en Melilla, en el que se criticaba la decisión del delegado del Gobierno en aquella ciudad autónoma de expulsar a los jóvenes delincuentes que no sean españoles y, junto con ellos, a toda su familia.

Para un lector español basta con referirse a Melilla, sin ninguna otra explicación, pero, para un lector extranjero, este dato, como otros muchos de la realidad de nuestro país, puede no ser tan obvio y necesita alguna explicación.

El texto del editorial comenzaba así: 'Al delegado del Gobierno en Melilla...'; en su traducción para la edición inglesa se escribió: 'The government delegate in the North African Spanish colony of Melilla...', es decir, 'El delegado del Gobierno en la colonia española norteafricana de Melilla...'.

De este modo se trastocó el original y se otorgó a Melilla la única condición jurídica que nunca ha tenido, la de colonia.

En la página 3 de la edición inglesa de aquel mismo día, la información que daba pie al editorial, traducida, como siempre, del original en español, aclaraba correctamente a los lectores que la actuación del delegado del Gobierno se producía en Melilla,'territorio norteafricano español'. En otro párrafo se hablaba de Melilla como 'territorio autónomo'.

El Defensor ha recibido dos cartas, una firmada por Luis Carlos López García, desde Melilla, que califica lo ocurrido de 'intolerable y preocupante', y otra de Joaquín Moya, que achaca el error al descuido que, en su opinión, muestra el periódico en las traducciones.

El Defensor ha pedido una explicación a Fiona Forde, jefa del suplemento en inglés. Esta es su respuesta:

'Cada editorial publicado en la edición en inglés debe ser, por la propia naturaleza del suplemento, una réplica exacta del original en español, salvo para aclarar los nombres de lugares, personajes, partidos políticos y organizaciones públicas, etcétera, que no son siempre fácilmente reconocibles para el lector extranjero. Desde su lanzamiento, la edición para IHT es una versión fidedigna en inglés del original español y, lógicamente, de su línea editorial y de la imagen que El PAÍS proyecta de España'.

Forde añade que, 'pensando en la necesidad de contextualizar la realidad española para lectores extranjeros, la edición inglesa del 16 de enero calificó involuntariamente a Melilla como colonia'.

'Lo ocurrido', prosigue, 'debe entenderse como un error y no como interpretación equivocada de la situación de Melilla, ni por parte de EL PAÍS ni de su edición inglesa. Este error no debe ser entendido como una ofensa, puesto que no existía esa intención, y nos disculpamos por tan lamentable equivocación.'

Lluís Bassets, director adjunto del periódico, también ha ofrecido una explicación:

'La edición inglesa del periódico está a cargo de un pequeño equipo de periodistas y traductores, que tienen el inglés como lengua materna y se han formado en países anglosajones. Durante todo el mes de septiembre estuvieron entrenándose en la dificil tarea de ofrecer una versión reducida de EL PAÍS traducido al inglés y, en algún caso, adaptado en sus explicaciones al lector anglosajón que reside o está de paso en España. Uno de los aspectos más importantes del rodaje y del entrenamiento previo a la salida de la edición inglesa versó, precisamente, sobre las cuestiones de contexto cultural que difieren de un país a otro'.

'Una explicación para lectores extranjeros del estatus de la ciudad de Melilla se ha ofrecido en varias ocasiones anteriores en que EL PAÍS English Edition había informado sobre la ciudad española en el norte de África'.

'En la edición del pasado miércoles, por desgracia, el entrenamiento de los traductores-redactores y los controles de edición, que suelen funcionar con normalidad, no bastaron para evitar este desgraciado error. Me parece que nuestros lectores merecen, efectivamente, una explicación, pero también una disculpa sin paliativos por parte de los responsables del periódico y nuestro rotundo propósito de poner todos los medios para evitar en el futuro este tipo de fallos'.

La muerte de Cela

Este periódico suele incumplir su Libro de Estilo, con extraña contumacia, cuando informa de la muerte de algún personaje de relieve.

Ha vuelto a ocurrir con el fallecimento del Nobel de Literatura Camilo José Cela. Los lectores supieron que murió el jueves día 17, 'a las siete de la mañana', por una 'insuficiencia cardiopulmonar', en la clínica Cemtro, de Madrid, pero no pudieron saber cómo logró enterarse el periódico de la noticia.

En esta ocasión, el hecho es doblemente extraño, porque la clínica en cuestión ofreció una extensa rueda de prensa en la que el director de la institución, junto con otras personas, ofrecieron muchos detalles sobre los últimos momentos del escritor. La información no menciona este dato tan esencial, la 'fuente', que el Libro de estilo exige para cualquier noticia, incluso para las que pasan a ser de dominio público al poco tiempo de que alguien las dé a conocer de modo fidedigno. Exactamente ese alguien es el que falta, una vez más.

En uno de los textos sobre la muerte de Cela publicados en la edición digital del periódico se situaba a Guadalajara en La Mancha. Julio García Bilbao, con toda la razón, ha escrito para aclarar lo obvio: Guadalajara forma parte de La Alcarria, que el Nobel inmortalizó desde que en 1948 publicó su viaje por la comarca.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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