Ceremonia de culto
Una vez más, Fangoria consiguió concitar la atención de un público que abarrotó el recinto escogido para participar de buen grado en la ceremonia de culto a esta pareja de veteranos músicos que, más de 20 años después de iniciar su andadura musical, aún mantienen vigencia y poder de convocatoria.
Fueron teloneados por el grupo madrileño Ellos, de corta aunque fulgurante carrera y que demuestran haber aprendido bien la lección en esa escuela en la que Olvido Gara, Nacho Canut y Carlos Berlanga han impartido secretamente su modo especial de entender la música y la estética.
Tras los aprendices, los maestros anunciaron a los sones del tema Hombres que aún les queda cuerda para rato. Alaska apareció vestida de rojo fuego y alguien comentó que parecía una versión congelada y algo reducida de Rocío Jurado. Tal vez sea eso lo que la hispanomexicana anda buscando. Con Alaska nunca se sabe.
Fangoria
Fangoria + Ellos. Sala La Riviera. 17,42 euros. Madrid, viernes 18 de enero.
El grupo, al que últimamente se ha sumado en las percusiones el ex ronaldo Ricardo Moreno, presentaba las canciones de su último disco, Naturaleza muerta, un álbum que parece haber reconciliado a la banda con el gran público a nivel de ventas y de repercusión.
Ellos han sido siempre vanguardia en el pop español y eso nadie se lo va a discutir, pero, tras un periodo en el que se limitaron a estar en su sitio sin hacer mucho ruido, canciones como No sé qué me das parecen haberles vuelto a poner en la dirección del éxito masivo. Hicieron un concierto intenso, con no demasiados temas y la velocidad de los mismos no muy rápida, como dando a entender que ellos también se han hecho ya mayorcitos como para bailes frenéticos.
El público, entre el que se podían distinguir caras famosas como la del director de cine Pedro Almodóvar, cantó, bailó y aplaudió a lo largo de toda la velada, mostrando especial euforia en la propina final, en la que Alaska, ataviada esta vez con traje oscuro y peluca morena, se arrancó con un medley de canciones de todas sus épocas, Pegamoides y Dinarama incluidas.
Buen regalo para unos fans que jamás les han vuelto la espalda, contraviniendo las leyes básicas de un negocio, el musical, en las cuales prácticamente se pide al artista que sea toda la vida un pimpollo o, al menos, lo parezca. Fangoria no necesita de esas artimañas de imagen. Como siempre, su música es lo mejor que tienen y lo mejor que dan.
Babelia
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