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Una pareja de toxicómanos, asesinada en Madrid por un supuesto ajuste de cuentas

Los cadáveres fueron encontrados, abrazados, en el interior de una chabola

F. Javier Barroso

Dos drogodependientes -Francisco Javier Izquierdo Arribas, de 31 años, y Susana Gutiérrez Valero, de 27, pareja desde hace ocho años- fueron hallados muertos, con varias puñaladas en el abdomen y el pecho, y abrazados, en la tarde del viernes en una chabola del barrio de Usera (Madrid), en la que habitualmente se inyectan toxicómanos. Las autopsias revelaron ayer que fueron asesinados y que intentaron defenderse, puesto que tenían varios cortes en las extremidades superiores. La policía cree que el móvil pudo ser un ajuste de cuentas o el robo de droga.

Los cuerpos los encontró sobre las cuatro de la tarde otro toxicómano, que avisó a la policía. Los dos cadáveres estaban sentados y abrazados en el interior de una caseta abandonada en la avenida de los Rosales de Usera, un barrio del sur de Madrid, según explicó un portavoz de la Jefatura Superior de la capital.

La chabola está situada junto a una fábrica de envasado de pescado y mariscos, es un lugar frecuentado por toxicómanos, que acuden a inyectarse su dosis o a esnifar, ya que disponen de una tubería de la que pueden tomar agua y lavar las jeringuillas.

Esa misma mañaña los había visto con vida un amigo de las víctimas, que fue quien identificó los cadáveres. Izquierdo seguía un programa de desintoxicación por metadona en el Proyecto Hombre y ya sólo fumaba cocaína, según explicó uno de sus mejores amigos, Francisco Javier Avilés. Susana Gutiérrez, en cambio, era consumidora habitual de heroína y cocaína. Ambos acudían al hipermercado de la droga de las Barranquillas en cundas, coches que llevan a toxicómanos a lugares de venta a cambio de alguna dosis. La pareja residía en la casa de los padres de Izquierdo, también en el barrio de Orcasitas.

La autopsia revela que éste presentaba varias cuchilladas en el pecho, que le causaron la muerte casi en el acto. También había sufrido cortes no muy profundos en una mano y en el antebrazo. Este detalle es el que ha inducido a los investigadores del Grupo VI de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía a pensar que se trata de un homicidio, ya que la víctima intentó defenderse de su agresor.

El cadáver de Susana Gutiérrez tenía varias puñaladas en un costado y en el vientre, lo que debió de producirle una gran pérdida de sangre y la posterior muerte. También había sufrido cortes leves en una mano, al intentar defenderse, según la versión policial.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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