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Columna
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¿Qué pasa en IU?

Cada día se ve con más claridad la trascendencia política que ha tenido el acuerdo sobre las cajas de ahorro de Sevilla. Una carambola histórica con la que nadie contaba. El apoyo de IU, in extremis, que desbarató el envenenado contubernio de todas las furias antisocialistas, ha venido a significar, sencillamente, la posibilidad de un cambio cualitativo en el panorama político de Andalucía. Casi de manual de dialéctica. Pero tan claro resulta que nadie se atreve a mirarlo de frente. Espejismo, sueño imposible, pesadilla infernal... según. En el PSOE, por debajo de la natural euforia, reina la desconfianza atávica hacia los que pueden ser inevitables socios de gobierno de aquí a bien poco. En el PP se han quedado girando en el histérico vacío de los insultos y haciendo aspavientos a lo alto. No sé si vendrá Monseñor Escrivá a salvarles, pues acaso las prisas que se dan por subirlo a los altares sean por eso. En el PA, aturdidos con la posibilidad del regresar al limbo, se han entregado a la locura final: tres mil millones en fiesta y jarana por los Estados Unidos, quién dijo miseria. Y Chaves tener que tragárselo, como el sapo de cada día. Pero es que los mismos de IU actúan como si no se lo creyeran. Hablan de un nuevo debate interno, de 'entreguismo' al PSOE los llamados críticos; de intereses elitistas y mediáticos, los otros. Aguas todavía más turbias bajan por las cañerías de la coalición, que si éste fuera un periódico rosa ya les daría traslado. Basten los enunciados abstractos: soberbias residuales, mesianismos desérticos, ambiciones insatisfechas.

Volvamos a la política estricta, si ello es posible en el marasmo en que se hallan. ¿De qué tienen que debatir ahora las antiguas huestes de Lenin? Por lo que dicen, todo se reduce a una prevención histórica, no ser abrazados de muerte por el PSOE. Pues no deberían preocuparse tanto. En el PSOE no existe el menor interés por ese idilio, habida cuenta de la experiencia de Almunia en las últimas elecciones generales. Bastó que anunciara un pacto con IU, de alcance global y nacional, para que una parte considerable de su electorado se fuera a otra parte, o a ninguna. Quien engordó con ello fue Aznar. Así que la lección está bien aprendida. Lo que sí deberían analizar en el PCA, de forma autónoma, sin mirar de manera tan enfermiza al PSOE y más a los intereses comunes de la izquierda, es si están dispuestos o no a desempeñar el importante papel que la historia les vuelve a poner en bandeja, con el PA escindido y el PP desarbolado y con sus ayuntamientos en bancarrota: afianzar un proyecto común de progreso en Andalucía o seguir tocando las castañuelas delante de la prensa de la derecha, que tanto los quiere. A eso, sin duda, señala Diego Valderas, entre otras cosas, cuando habla de la 'concepción mediática de la política', en los otros. A lo muy acostumbrados que están a que los señores les rían todas las gracias, desde hace años. Pues eso se va a acabar en cuanto entren, si es que entran, en una seria reflexión sobre el futuro de Andalucía y, por ende, de España, en buena medida. Pues se trata, ni más ni menos, que de frenar por aquí los propósitos de involución autonómica, de neocentralismo, que el PP mal disimula. Sinceramente, no sé si podrán soportar el peso que les ha caído encima.

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