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Astrónomos españoles creen que un estallido estelar causó una extinción masiva

Una estrella que explotó hace sólo dos millones de años pudo ser la causa de una extinción masiva de la vida marina en la Tierra, ha concluido un astrónomo español basándose en un trabajo previo de otro. Ambos trabajos se presentan esta semana en la reunión de la Asociación Americana de Astronomía en Washington. Narciso Benítez, de la Universidad John Hopkins, cree que la explosión de una supernova cercana destruyó en parte la capa protectora de ozono, lo que afectó especialmente al plancton y a los organismos marinos y coincide con el registro fósil.

Benítez tuvo esta idea tras conocer los cálculos hechos por Jesús Maíz Apellániz, del Instituto del Telescopio Espacial, en Baltimore, sobre el paso por las cercanías del Sistema solar de un grupo de estrellas masivas en los últimos 10 millones de años. Este grupo de estrellas (la Asociación Escorpión-Centauro) habría sido el origen, según Maíz Apellániz, de la llamada Burbuja Local, una región anómala del medio interestelar en el que está inmerso el Sistema Solar y que se caracteriza por la baja densidad y la alta temperatura.

La causa de la burbuja

Hasta ahora se conocía el crimen (la burbuja), pero no el autor, señala este astrónomo, ya que no se ha encontrado un número suficiente de restos de estrellas supernovas (explosiones de estrellas masivas al final de su vida) en las cercanías del sistema solar, origen de la burbuja. La nueva hipótesis sobre la Burbuja Local, publicada en Astrophysical Journal Letters, es que tuvo su origen en la explosión de unas seis supernovas de la Asociación Escorpión-Centauro en los últimos 10 millones de años y que este grupo de estrellas ha migrado desde entonces a su actual posición. Otras cinco de estas estrellas causaron en el mismo periodo otra burbuja similar, observada a unos 600 años luz.

Esta explicación, largamente buscada, permite empezar a pensar en el efecto de estas explosiones sobre la Tierra, como ha hecho Benítez, con el auxilio de su esposa Matilde Cañelles, especialista en algas microscópicas, y sobre la base de la detección en 1999 por el astrónomo alemán Klaus Knie de un isótopo de hierro muy poco frecuente en los sedimentos oceánicos, que podría proceder de una supernova. Los rayos cósmicos emitidos por la supernova habrían afectado a la capa de ozono terrestre, que absorbe los rayos ultravioleta dañinos, con efectos devastadores sobre el fitoplancton y criaturas marinas como los bivalvos. Este astrónomo reconoce que su teoría, presentada para su publicación en Physical Review Letters, es provocadora pero que casa con la trayectoria del grupo de estrellas, que habría estado en su punto más cercano a la Tierra en aquella época. La próxima estrella del grupo que explotará, Antares, está ya demasiado lejos como para afectar a la Tierra, recuerdan los astrónomos.

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