'Licencia de paternidad'

Estamos sentadas en torno a la mesa mi madre, mi hermana de nueve años y yo. Una sobremesa normal, viendo las noticias en la televisión y hablando de cualquier cosa. La presentadora del telediario anuncia con esa voz impersonal de los periodistas televisivos que los incendios de Sydney pueden haber sido provocados por una banda de adolescentes organizados. Catorce menores. Uno de ellos tiene la edad de mi hermana. Me pregunto cómo un niño de nueve años puede llegar a esos extremos. Miro a mi hermana y veo cómo trata de convencer a mi madre de que el último videojuego al que se ha enganchado no es violento. 'Los gusanos se matan, pero no sale sangre ni nada'. Comprendido el mensaje: si no hay sangre, no hay violencia. Curioso punto de vista el de estos niños a los que ya nada les impresiona.

Tal y como están las cosas, una acaba por preguntarse si nuestros abuelos no tendrán razón cuando se quejan de que los jóvenes cada vez estamos peor. Pero, la verdad, desde mi punto de vista, seguramente equivocado de joven de 17 años manipulada por los medios de comunicación, la moda y los cambios hormonales, cuanto más pienso sobre cómo está el mundo, más indignante me parece.

¿Dónde estaban los padres de esos niños mientras ellos quemaban Sydney? La culpa no la tiene la televisión, como se suele decir. La culpa es de los padres que permiten a sus hijos engancharse a ella como enfermos terminales a un respirador. En un país en el que se requiere superar un examen para entrar en la Universidad, para tener armas, para conducir un vehículo..., ¿a nadie se le ha ocurrido instituir un examen para obtener una licencia de paternidad? La frase no es mía, es de mi padre. Y ahora mismo me emociono al pensar la suerte que tengo de poder citarle. De tener unos padres cabales como ejemplo. Unos padres que se darían cuenta si tratase de quemar mi ciudad. Unos padres de los que me quejo sin motivos. Porque mis padres, por lo menos, sabían lo que hacían cuando quisieron tener hijos. Menos exigencias sobre el aumento de la natalidad y un poco de presión sobre la educación de los niños en casa, por favor...-