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Columna
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¡Ah!

Los Reyes Magos me han traído El mundo de ayer, las memorias del escritor vienés Stefan Zweig, uno de los miembros más interesantes de esa generación que padeció las dos Guerras Mundiales y que conoció nuestra Europa de fronteras infranqueables cuando aún se podía viajar por ella (y por todo el mundo) sin la intromisión y el control de los Estados. Además de agudas observaciones sobre el arte y la política, este libro contiene el testimonio de una vida aplastada dos veces por la barbarie que provocan siempre los pestíferos discursos sobre las identidades culturales. La verdad es que este año los Reyes han estado finos; me han dejado la obra de este hombre políglota y cosmopolita, que se consideraba heredero de la cultura alemana, rusa, francesa, inglesa, italiana y española, para que entienda cabalmente un concepto del que en mi ignorancia nada sabía hasta el miércoles de la semana pasada. Me refiero, claro está, al onubensismo de Pedro Rodríguez, alcalde de Huelva y olé.

Este nuevo episodio de catetismo andaluz protagonizado por el PP trata de un alcalde de Huelva que embelesa a su pueblo con discursos de amor encendido que luego resulta que se los escriben en una agencia de Barcelona. Bien mirado, este onubensismo de origen catalán podría entenderse como una manifestación de multiculturalidad; y la inclusión en los discursos institucionales de párrafos creados por la agencia, un caso más de intertextualidad. Pero me temo que se trata de algo más cutre, propio de aquella vieja sección del Diez Minutos que recogía sucesos para reír, para llorar, para correr y para gritar.

Como se sabe, en cuestión de identidad lo único fiable es la tarjeta de compra de El Corte Inglés, así que todo lo relacionado con la identidad cultural de Huelva es para echarse a reír. De hecho, me parece normal que el alcalde haya contratado a unos profesionales para que escriban sobre lo que significa ser de Huelva. Una persona sin preparación no puede redactar dos frases sobre este asunto sin que se le nublen los ojos de risa. Lo curioso es que para expresar un concepto tan cómico la agencia se haya inventado una palabra tan trágica. Onubensismo. La primera vez que la leí en este periódico me puse a llorar. ¿Y qué me dicen de ese complejo eslogan ('Huelva, Huelva, Huelva') con el que los creativos catalanes han querido resumir el programa político del alcalde? ¿Es o no es para echar a correr?

Curiosamente, lo que más ha indignado a los representantes del PSOE no ha sido el onubensismo en sí, sino el descubrimiento de que semejante afección era postiza, según ha dicho la despechada viceportavoz municipal. Al PSOE no le da vergüenza, como cabría esperar de un partido supuestamente progresista, que alguien pueda hablar en serio de identidad onubense. Al PSOE no le abochorna que la mayoría de los empadronados en Huelva haya votado a un sujeto que hace bandera política de la patrona, las Fiestas Colombinas y el Recreativo de Huelva. Lo que realmente le ha molestado es que la rancia caspa del alcalde no sea caspa verdadera, y que esta paletada no haya salido del corazón, sino de la cabeza. Para gritar.

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