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Reportaje:FUERA DE RUTA

En busca de los peces de colores

Buceo y cultura maya en las tropicales costas de Belice

Margot Molina

Es una isla del Caribe o está en el Pacífico? Ésta es la pregunta de muchos españoles cuando oyen hablar de Belice. Si alguien apunta que se trata de la antigua Honduras británica, los más puestos en geografía la localizan por Centroamérica. Pero los amantes del submarinismo saben que se trata de un pequeño país que limita con Guatemala y México y que cuenta con el segundo arrecife de coral más importante del mundo (en conjunto con los arrecifes de Honduras, Guatemala y México). Ahora bien, si el encuestado es fan de Madonna, le sonará eso de La isla bonita, una canción que se refiere al cayo Ambergris, más conocido por el nombre de su capital, San Pedro.

Una vez localizado en el mapa, lo siguiente que el viajero debe conocer sobre Belice es que se habla inglés. La mayor parte de su población es negra, aunque también hay muchos indígenas, y su costa está salpicada por decenas de pequeñas islas que son lo más parecido a la antesala del paraíso. Por último, no hay que olvidar que lo mejor de Belice se esconde bajo el agua. En 1996, la Unesco reconoció este tesoro y declaró patrimonio mundial de la humanidad toda la barrera de arrecifes de coral.

De semejante mezcla resulta un cóctel explosivo: un enclave caribeño con flema británica. Antes de poner el pie en este territorio que perteneció a la corona española hasta 1862 -pero era refugio de filibusteros franceses e ingleses-, hay que saber que se trata del antiguo imperio maya. Pueblo que se extendía también por Yucatán (México) y Guatemala, y que ha dejado en Belice 600 sitios arqueológicos; aunque sólo unos pocos están excavados. En la costa de esta frondosa selva tropical encallaron muchos de los barcos que traficaban con esclavos, con el consiguiente desembarco de sus pasajeros y el nacimiento de la cultura garifuna, cuya lengua mezcla el maya y diferentes dialectos africanos. Así que en los 23.000 kilómetros cuadrados de este pequeño país -la Comunidad Valenciana tiene algunos más- se habla inglés, maya, garifuna, español y criollo (una variante del inglés también llamada broken-english).

Después de dos siglos de dominación inglesa -que, entre otras cosas, le ha dejado el perfil de su majestad en monedas y billetes y unos horarios al viejo estilo del imperio-, el país se independizó en 1981. El cambio no fue del agrado de Guatemala, que reclama Belice como una provincia más de su territorio. Las relaciones entre vecinos han sido tan tensas que en las guías de teléfono de Guatemala no aparece el prefijo para llamar a Belice, aunque las fronteras entre ambos pueden atravesarse sin problemas.

El Estado caribeño, que el pasado septiembre celebró sus primeros 20 años de independencia, es un destino poco frecuente para los españoles y algo más usual para americanos y alemanes.

Para conocer lo mejor que ofrece este pequeño país, hay que mojarse, es decir, bucear o simplemente armarse de aletas y gafas para entrar en otra dimensión. No es necesario ser Jacques Cousteau para sumergirse en las cálidas aguas del Caribe; con saber nadar y tener curiosidad, basta. La incursión en el reino de Neptuno es segura incluso teniendo en cuenta que por la barrera coralina, algo así como una colorista muralla que protege bajo el agua la costa de Belice, merodean tiburones gato. Estos escualos no son como sus primos los tiburones blancos, aunque un neófito pueda confundirlos, y jamás atacan al hombre.

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Casi todos los vuelos internacionales llegan a Belice City, la ciudad más importante del país, situada en la desembocadura del río Belice y que hasta 1961 fue su capital. Una vez allí, puede tomarse una lancha desde el embarcadero municipal para acercarse a este indescriptible mundo de la vida submarina. Para la intendencia hay que tener en cuenta que los beliceños tienen un carácter más serio que sus vecinos centroamericanos, que los precios son muy parecidos a los de España (en hoteles y restaurantes, algo más caros) y que en los transportes rige un particular sentido de la puntualidad: sale cuando está lleno, muchas veces antes de su hora. El país es seguro y hay que adaptarse a los horarios ingleses de comida, que se aplican estrictamente hasta en los restaurantes chinos.

Cayo Caulker

Casi todo el mundo se apresura a desembarcar en el cayo Ambergris (la Isla Bonita), a hora y media de Belice City; pero es más genuino Cayo Caulker, una pequeña isla de pescadores -a 45 minutos en barco- en la que viven unas mil personas sin coches y sin prisas. Bicicletas y vehículos eléctricos de los usados por golfistas es lo único con ruedas en esta tierra de palmeras, barcos y mosquitos. Hay tres calles sin nombre (no les hace falta) y están llenas de pequeños hoteles, muchas cabañas a pie de playa y bastantes establecimientos que ofrecen excursiones en barco, días de pesca o buceo. Aunque se nota que Cayo Caulker vive del turismo, nada es estridente ni agresivo, todo fluye.

Colores, formas, luces. Todo es tan impresionante a lo largo de los 273 kilómetros de la barrera coralina que hay que verlo para creerlo. En una simple zambullida, cualquiera puede cruzarse con peces dentudos que han robado un trozo de arco iris, otros listos para ir a la discoteca con su azul eléctrico salpicado de puntos fluorescentes o impresionantes meros con cara de pocos amigos. Langostas asomadas a su cueva, morenas o las pacíficas e inmensas rayas merodean también sin alertarse por la presencia humana.

Belice custodia una de las mecas de los amantes de la vida submarina, el Agujero Azul, que está a 150 metros de profundidad y tiene unos 300 metros de diámetro. Una visita a los atolones de las islas Turneffe, la península de Placencia -que a principios de octubre azotó el huracán Iris- o la ciudad portuaria de Punta Gorda ilustra el carácter marinero del país.

El arrecife actúa como un gran imán, y son pocos los que pueden eludir su fuerza. Pero el viajero debe saber también que tierra adentro, a tan sólo dos horas en autobús desde Belice City, se encuentran San Ignacio o Benque Viejo del Carmen, pueblos pequeños y llenos de encanto que custodian las espléndidas ciudades mayas de Xunantunich o Caracol (ubicada más hacia el sur). En el camino se encontrará tucanes, orquídeas y monos aulladores. Para hacerse una idea de lo que falta, tendrá que visitar la única reserva de jaguares en libertad que existe en el mundo, en el Cockscomb Basin, cerca de la ciudad de Dangriga. Allí descansa el símbolo de este sorprendente y bello país.

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos

Prefijo telefónico: 00 501. Población: unos 250.000 habitantes. Moneda: dólar de Belice (unos 0,56 euros).

Cómo ir

- Iberia (902 40 05 00) vuela desde Madrid los domingos con escala en México DF. Desde allí se continúa con American Airlines, haciendo escala en Dallas, hasta Belice City. 826,95 euros, con tasas incluidas. - Continental Airlines (915 59 27 10) sale desde Madrid todos los días, salvo sábados y miércoles, por 813,77 euros, con tasas. Escalas en Nueva York y Houston.

Dormir

- Fort Street Guest House (23 01 16). Fort Street, 4. Belice City. Casa colonial de madera con habitaciones mirando al mar. Habitación doble, unos 90 euros con desayuno. - Chateau Caribbean Hotel (23 08 00). Marine Parade, 6. Belice City. Uno de los hoteles con más solera de la ciudad. La doble, 86,50 euros. - Morning Star Guest House (22 23 47). Cayo Caulker. Casa de huéspedes muy limpia y económica. La doble con baño, 40 euros.

Comer

- New Joker Restaurant (23 51 83). Kelly & Matrow Roberts, 1. Belice City. Uno de los locales más populares. No sirven alcohol, pero se puede traer una Belikin (cerveza local) de la tienda de al lado. Rice & beans con pollo, 3,60 euros. - Smoky Mermaid Restaurant (23 47 59). Cork Street, 13. Belice City. En las mesas de un agradable patio sirven langosta y pescados ahumados o a la parrilla. Unos 18 euros.

Deportes marinos

- Jaguar Adventures (23 01 16). Belice City. Excursiones desde la ciudad hasta los cayos. - Juni Zaldivar (22 24 14). Cayo Caulker. Tripula su barco, The Trinity, desde hace más de 40 años.

Información

- Oficina de Turismo (23 19 43) en Belice City. www.travelbelize.org.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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