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BIOLOGÍA

Peligro de extinción en Canarias de un ave carroñera

El guirre canario (alimoche) descrito hace unos meses como una nueva subespecie (Neophron pernopterus majorensis) por científicos de la Estación Biológica de Doñana y clasificado en el próximo Libro Rojo de Aves de España en peligro crítico - máxima categoría de amenaza que tiene una especie- está desapareciendo por culpa de unos tendidos eléctricos, según denuncia Fernando Hiraldo, biólogo y director de dicho Centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los guirres se posan en las torretas del tendido eléctrico y al desplegar las alas rozan los cables y se electrocutan.

Esta situación ha llevado a Juan Carlos del Olmo, Secretario General de la organización WWF/Adena a pedir al presidente de Endesa, Rodolfo Martín Villa, que se tomen medidas urgentes para solucionar el problema que está causando su filial en Canarias, Unelco, cuyas torretas de la línea eléctrica en Fuerteventura están apunto de provocar la extinción de esta ave emblemática. El guirre canario es un ave de gran tamaño con casi 1,65 metros de envergadura, una altura de 70 centímetros y dos kilos de peso y se alimenta de todo tipo de carroña.

Ejemplares muertos

En el último año y medio han muerto 17 ejemplares de esta carroñera protegida por la legislación local, nacional e internacional, lo que supone entre el 10 y el 15 por ciento de la población mundial de esta ave, comenta Hilario. 'Es algo así como si en la península murieran electrocutados en las líneas eléctricas en este periodo 5.000 ó 6.000 buitres leonados ó 250 buitres negros', continúa. 'Lo que no entiendo', añade este investigador, 'es la poca sensibilidad que tiene esta compañía, cuando otras filiales de Endesa han resuelto inmediatamente situaciones menos graves que ésta'. Lo habitual para proteger las aves es enterrar los tendidos eléctricos.

Los tendidos eléctricos son la verdadera y principal causa de extinción de esta ave en Fuerteventura, isla donde sobrevive el 95% de este endemismo canario, según los estudios realizados por los investigadores de la Estación Biológica de Doñana, gracias a un convenio firmado con el Cabildo de Fuerteventura.

La población de guirre ha quedado reducida a unos 130 individuos en Fuerteventura y no más de diez en Lanzarote y Archipiélago Chinijo, habiendo desaparecido del resto de las islas en la segunda mitad del siglo XX. Del Olmo comenta que la población de guirres es tan escasa y frágil que si las soluciones se demoran más, ya no serán necesarias porque la especie llegará a un punto donde sería imposible su recuperación.

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