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FALTAN 5 DÍAS

Blair se reserva un margen de maniobra antes del referéndum

El euro es un problema político de primer orden en Gran Bretaña y uno de los mayores factores de controversia en el seno del Gobierno laborista. El primer ministro, Tony Blair, es un abierto partidario del ingreso de la libra esterlina en la moneda europea. La posición de su poderoso ministro del Tesoro, Gordon Brown, es mucho menos entusiasta. Teóricamente partidario del euro, Brown tiene una posición pública deliberadamente fría hacia la moneda europea. Pero lo que nadie sabe de verdad es si esa frialdad obedece a una desconfianza real hacia el euro, si es una mera táctica para revalorizar en su momento su apoyo al ingreso y ayudar así al Gobierno a conseguir la victoria en el referéndum popular o si obedece a un mero interés personal en sus aspiraciones a suceder a Tony Blair como primer ministro.

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La posición oficial del Gobierno sobre el ingreso de la libra en el euro se asienta sobre dos patas: que sea beneficioso para el Reino Unido y que la decisión sea respaldada por los británicos en un referéndum.

Condiciones estrictas

Los beneficios del euro se deben medir en función del grado de cumplimiento de cinco condiciones macroeconómicas fijadas por Gordon Brown ante el Parlamento en octubre de 1997: la convergencia entre la economía británica y la zona euro, que haya un grado suficiente de flexibilidad en ambas economías, que sea un estímulo para la inversión en el Reino Unido, su impacto en la industria de servicios financieros y que sea bueno para el empleo.

Son condiciones lo bastante amplias e interpretativas como para que el Gobierno pueda tener un amplio margen de maniobra y pueda invocar su cumplimiento o incumplimiento en función de sus necesidades. De esa manera, los laboristas podrán dar paso a la segunda condición, la convocatoria de un referéndum, cuando más les convenga políticamente.

Algunos dicen que Tony Blair quiere hacer coincidir el referéndum con las próximas elecciones parlamentarias, teóricamente en 2006, pero probablemente en 2005. Otros creen que eso sería una catástrofe para los partidarios del euro, aunque facilitaría un tercer mandato laborista. Otros opinan que no habrá referéndum en esta legislatura, porque una derrota del euro haría peligrar el triunfo electoral del laborismo. Otros sostienen que el referéndum será relativamente pronto, en cuanto el euro lleve varios meses circulando y se haya demostrado definitivamente que es un éxito. Éstos apuntan el otoño de 2002 o la primavera de 2003 como fechas más probables de la consulta.

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