Tres turnos de trabajadores diarios para adaptar unas 500 balanzas o básculas electrónicas

Cien gramos de jamón york cuestan lo mismo en pesetas que en euros, redondeo arriba o abajo, si la balanza de la charcutería a la que acudimos se ha adaptado a la moneda única. La compañía Campesa que diseña, desarrolla, produce y vende estas máquinas electrónicas, entre otras cosas, lleva tiempo preparándose para el euro. 'Lo importante era prever que la adaptación a la nueva moneda era una situación extraordinaria. Veíamos que habría problemas con nuestros proveedores de piezas y por eso llegamos al mes de abril de 2001 con 200 millones en stock, cifra muy superior a un periodo normal', explica el gerente, José Campillo.

Previsiones suficientes para capear el incremento de la demanda ('los comerciantes se han puesto las pilas a partir de septiembre'), si le añadimos la cifra de 200 empleados más, repartidos en tres turnos de trabajo diarios, para atender a su clientela y adaptar unas 500 máquinas al día. Unas 10.000 al mes.

Las balanzas, que realizan tres operaciones comerciales a la vez, se parecen al taxímetro o al expendedor de gasolina: 'sirven para vender pero también para que no timen al comprador. Sólo las pueden manipular los equipos de instaladores homologados por las autoridades competentes. Después se precintan, una forma de evitar que se produzcan fraudes, y ya están listas para su función', esplica Campillo.

En los comercios hay tres tipos. Las compradas antes de 1990 no sirven para el euro: se tienen que tirar y sustituir por las nuevas. Las adquiridas entre 1990 y 1997 se pueden usar si el instalador les añade el kit de adaptación de software y hardware, que cuesta unas 30.000 pesetas. Las producidas a partir de 1998 ya están preparadas para el futuro. El tendero sólo deberá estar al tanto de las fechas claves del periodo de convivencia para modificar el código informático que suprimirá, definitivamente, las pesetas.