Sharon pierde la batalla diplomática de la 'misa del gallo'
La comunidad internacional condena a Sharon por no permitir viajar a Belén al líder palestino Yasir Arafat
La decisión de Ariel Sharon de prohibir a Yasir Arafat desplazarse a Belén, para asistir, como todos los años, la misa de Nochebuena, ha provocado la indignación de la comunidad internacional, capitaneada por Estados Unidos, la Unión Europea y el Vaticano, que se ha colocado al lado del presidente palestino y ha condenado los métodos utilizados por el jefe del ejecutivo israelí para combatir la Intifada. La llamada guerra de la misa del Gallo se ha convertido en un traspiés diplomático sin precedentes del Gobierno de unidad nacional del primer ministro de Israel.
Una kaffia blanca y negra sobre un sillón vacío, en la primera fila de la Basílica de Santa Catalina, en Belén, recordó a todos los fieles que asistían a la misa de Nochebuena, la ausencia dolorosa del presidente palestino, al que Sharon le había negado el permiso a viajar desde Ramala, donde se encuentra en situación de arresto desde hace tres semanas, como castigo por no combatir con 'suficiente energía' los grupos radicales palestinos.
Arafat, pocas horas antes de la misa, había lanzado un mensaje patético por televisión en que lamentaba la situación y recordaba, que él también, como presidente de la Autoridad Nacional Palestina, se había convertido en una víctima, en un rehén, de la violencia israelí ya que, como a la mayoría de los ciudadanos palestinos, 'los carros y los controles israelíes' le habían privado de la libertad de movimientos y que por esa causa no podía ir a Belén para 'participar en la conmemoración del Mensajero de la paz'. Arafat aseguró, que pese esto iba a continuar luchando a favor de 'una paz justa y durable; la paz de los valientes'.
Pero la ausencia se había convertido en una victoria personal para Arafat, quien ayer solicitó el 'envío urgente' de obervadores internacionales. Prácticamente toda la comunidad occidental desde Estados Unidos, hasta las capitales de la Unión Europea, pasando por el Vaticano se han colocado al lado de Arafat y han condenado la postura intransigente de Sharon. El mismo día de Nochebuena el Vaticano había efectuado a primera hora de la tarde una crítica abierta y enérgica. Desde Roma, y a través de su portavoz, Joaquín Navarro Valls, el Vaticano calificó la decisión de 'arbitraria' e 'inoportuna'. Juan Pablo II expresó su preocupación por el conflicto de Oriente Próximo, ayer durante la bendición Urbi et Orbi, informa Sergio Mora. El Papa pidió por los niños que sufren conflictos bélicos, como 'el pequeño palestino y el pequeño israelí, el niño estadounidense y el afgano'.
La guerra de la misa del Gallo ha salpicado también al Gobierno de Sharon, amenazando con crear una crisis interna, sin precedentes. Algunos de los ministros, que en principio habían apoyado la decisión de negar a Arafat el permiso para viajar a Belén, se han dado cuenta que se ha cometido un error histórico. Conscientes del tropiezo diplomático, numerosos ministros pedían a voz en grito, poco antes de la misa, que el jefe del Ejecutivo levantara el veto.
Las protestas de los ministros del Gobierno, capitaneada, bajo mano, por el ministro de Asuntos Exteriores, Simón Peres, ha estado secundada por los propios responsables del Ejército israelí y por el aparato del Ministerio de Exteriores en Jerusalén, que aseguran que la decisión de Sharon 'ha dañando la imagen política de Israel' y ha dilapidado los réditos internacionales logrados en los últimos meses sobre todo tras los atentados palestinos de Jerusalén, Haifa y Emanuel, que saldaron con más de 40 muertos y cerca de 200 heridos.
El traspiés diplomático de Ariel Sharon provocó incluso que el presidente de Israel, Moshe Katsav, pidiera a Sharon que reconsiderase su decisión. Yasir Arafat se quedó encerrado en Ramala, disfrutando de su primera victoria internacional en muchas semanas, aunque fuera a costa de perderse una misa.
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