Berlusconi propone la elección del presidente de Italia por sufragio universal
La oposición cree que es peligroso
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, prepara una verdadera revolución política en Italia: la transformación del país en un régimen presidencial con la esperanza de llegar a ser el primer presidente elegido directamente por el pueblo italiano. Berlusconi abrió el debate en el curso de una intervención ante el Consejo Nacional de Economía y Trabajo, y su conferencia de prensa ayer en el Senado para hacer balance de un año de gestión le permitió precisar más sus ideas, que han causado revuelo.
El primer ministro dijo que, a su juicio, 'el jefe del Estado debe ser elegido directamente por el voto popular y disponer de mayor poder ejecutivo'. El presidente de la República italiana es actualmente elegido por un periodo de siete años por el Parlamento y por 58 delegados regionales y no tiene poder sobre la gestión de los asuntos del Ejecutivo.
El actual jefe del Estado es Carlo Azeglio Ciampi, de 81 años, elegido en mayo de 1999. Su mandato finalizará al mismo tiempo que el de Silvio Berlusconi, de 65 años de edad.
Programa electoral
'No veo por qué se ha formado tanto escándalo', dijo el primer ministro. 'El sistema presidencial está recogido en nuestro programa electoral . Es el contrapeso del federalismo', añadió. Berlusconi juró que 'jamás' ha pensado en ocupar El Quirinal, la residencia oficial del presidente de la nación, pero sus últimas declaraciones parecen desmentir tal propósito. El primer ministro agregó: 'Haremos todas las reformas a las que nos hemos comprometido. Nos gustaría realizarlas junto con la oposición, pero no nos hacemos ilusiones. ¿Han visto cómo se han comportado durante los últimos seis meses? No han hecho ni una sola propuesta. Están confusos, divididos y no sabemos ni quién es su líder'.
Massimo d'Alema, ex primer ministro y presidente de los demócratas de izquierda (DS), advirtió ayer de que los proyectos de Berlusconi son peligrosos para Italia porque 'comportan el riesgo de una fuerte deriva autoritaria'.
El primer ministro italiano piensa tomarse su tiempo para poner en marcha su proyecto presidencialista. Su popularidad es enorme, el Parlamento le es adicto, sus rivales de la derecha están neutralizados y sus adversarios políticos paralizados.
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