Bien..., de momento
El domingo pasado anuncié que dedicaría la columna de hoy a comentar el Programa de Estabilidad más allá del 2002. Permítame el lector, sin embargo, que posponga este tema para ulterior ocasión y comente hoy los datos de la Contabilidad Nacional del tercer trimestre conocidos el jueves último. Los principales resultados están recogidos en los gráficos adjuntos.
En primer lugar, y en contra de lo que se ha difundido, la tendencia a la baja que venía registrando la tasa de crecimiento interanual del PIB se ha detenido en este trimestre. Utilizando los datos corregidos de calendario laboral, de un 2,7% en el trimestre anterior se ha pasado al 2,8%. Lo que se ha comentado en los medios de comunicación (desaceleración desde el 2,9% al 2,6%) son las dichosas series de ciclo-tendencia (suavizadas), que no nos dicen lo que ha pasado en un periodo determinado, sino lo que viene pasando en los últimos, promediando los resultados de unos y otros. Este crecimiento del PIB sigue siendo muy intensivo en empleo, pues éste aumenta un 2,3%, sólo dos décimas menos que en el trimestre anterior. Esto y el efecto euro explican la relativa fortaleza del consumo. Las cosas marchan, pues, bastante bien en comparación a lo que se viene observando allende nuestras fronteras.
El último dato de crecimiento del PIB no debe considerarse como un cambio de tendencia
Sin embargo, si analizamos la composición del PIB podemos deducir que nos esperan resultados más flojos en el próximo futuro. La demanda interna registra una desaceleración notable, debida principalmente a la caída de la inversión empresarial en bienes de equipo, pero ello se ha visto más que contrarrestado por el cambio, de negativa a positiva, de la contribución del saldo exterior. En muchos países ha ocurrido lo mismo y la causa no es el buen comportamiento de las exportaciones, que, al contrario, se están viniendo abajo, sino la contracción de las importaciones. La caída de la inversión y la desaceleración de las exportaciones explicarían sólo parte de este comportamiento. Cabe pensar, pues, que los importadores han frenado sus compras en el exterior al ver que las perspectivas de la demanda se moderaban, reduciendo sus existencias. Ahora bien, dado que la demanda, al menos la de consumo, sigue pulsando fuerte en los meses recientes, el parón de las importaciones debe ser considerado como temporal, y su tendencia se invertirá previsiblemente en el cuarto trimestre. No cabe pensar lo mismo de las exportaciones, que seguirán su tendencia descendente, por lo que el saldo exterior volverá a ser de nuevo negativo. En cuanto al consumo, lo más probable es que se debilite en cuanto deje de actuar el efecto euro.
Dicho de otro modo, la paralización de la tendencia a la baja de crecimiento del PIB debe considerarse como un alto en el camino y no como un cambio de tendencia, que no se producirá de verdad hasta que la inversión empresarial se recupere. Por ello, las previsiones para los próximos trimestres no mejoran: el crecimiento seguirá desacelerándose hasta tocar suelo, a una tasa del orden del 1,5%, allá por el segundo o tercer trimestre del próximo año. Posteriormente podría empezar a recuperarse siempre y cuando lo hagan antes las grandes economías internacionales.
Ángel Laborda es director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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