_
_
_
_
Reportaje:

Como si fueran suyos

Las familias acogedoras de niños se debaten entre su compromiso solidario y las trabas de la Administración

Chelo tiene un registro difícilmente superable. Desde 1986 no ha pasado un año sin que esta mujer de 56 años y cuatro hijas haya acogido en casa a un menor en riesgo o desamparo. En total, suma 25 niños a sus espaldas. El último es un bebé de dos meses y medio del que no pierde detalle mientras conversa y que recibió cuando apenas había cumplido las dos semanas. El primero fue un chaval de seis años, que ya tiene veinte, con el que aún mantiene relación. Recuerda con ilusión cómo hace poco apareció con su novia porque quería presentarle a su tía -así se refiere a Chelo- y enseñarle la casa en la que pasó año y medio de su infancia.

Entre ellos, han pasado otros 23, cada uno con su historia. Como los dos hermanos que acogió durante 11 días mientras operaban a su madre de un tumor. O los siete bebés con anticuerpos de VIH que ha cuidado. 'Con estos quizás te toca ir más al médico, pero por lo demás no tienen nada de especial', apunta. Tampoco olvida a la pequeña de dos años que salió de casa en adopción. 'Fue de la que más nos costó recuperarnos', recuerda. Y es que pese a las grandes satisfacciones que aporta acoger a un menor temporalmente, no es fácil verlos salir de casa sin tiempo para hacerse a la idea. Nunca se sabe la fecha en que volverán a sus casas al resolverse los problemas que motivaron la acogida o cuándo tendrán unos padres que los adopten definitivamente. La acogida es así, acaba casi de un día para otro.

Chelo recuerda a los siete bebés con anticuerpos de VIH que ha acogido

La figura del acogimiento es, quizás, la forma más humana de la que pueden disfrutar los menores que no pueden vivir con sus padres por el motivo que sea. Se trata de un recurso temporal que dura hasta que se resuelve el problema que tiene la familia o se decide una adopción. En Francia, por ejemplo, se trata de una práctica generalizada. No existen residencias para menores y todos se encuentran en un hogar. La acogida en ese país está perfectamente articulada y regulada. La situación en la Comunidad, sin embargo, es distinta. En la mayoría de los casos, el fuerte impulso de las familias carece de un empuje paralelo por parte de la Consejería de Bienestar Social y, en general, del Consell, como denuncian muchos de los padres con menores en casa.

Las familias son las encargadas de educar a los niños, abren su casa a los menores y como señala María José, madre acogedora, ofrecen 'lo más íntimo, lo más personal. Y sin sentimiento de posesión'. Poca gente está dispuesta y capacitada a hacerse cargo de menores en dificultades, en situación delicada o con problemas de comportamiento en las edades más duras para los chavales. O a atender a una recién nacida, recogerla casi de la cuna, cuidarla, atenderla para, en una fecha indeterminada, no tener derecho a volver a tenerla en casa nunca más.

Pero mientras las familias lo dan todo, a la Administración, que es la responsable del menor en todo momento, le correspondería una atención total educativa, sanitaria y la manutención del niño, que no siempre es tan eficaz como debería. 'Una familia modesta no puede cargar con los costes económicos y organizativos que le corresponden a la Administración', apunta Adelina Gimeno, presidenta de la Asociación de Voluntarios de Acogimiento Familiar (AVAF).

Están, por ejemplo, los retrasos de la Administración en pagar a las familias -la ayuda por un bebé ronda las 47.000 pesetas al mes-. Pero como señala Gimeno, esto es lo de menos, pese a que es el único aspecto claramente regulado por ley. Además están otros, como los problemas escolares o los sanitarios. Muchas veces, los niños llegan a las familias a mitad de curso, lo que implica escolarizarlos en colegios con clases cerradas, y las familias cargan con la tarea de luchar con los centros, que en muchas ocasiones, se resisten a hacer hueco en la escuela a los nuevos alumnos. O los gastos extraordinarios sanitarios -casi siempre costosas prótesis- que tienen que adelantar los padres ante la falta de agilidad de la Administración, cuando no pagarla casi por completo. Tampoco tienen derecho a los permisos laborales que sí gozan los padres adoptivos. Son muchas trabas que dificultan la práctica normalizada de una atención que, al fin y al cabo, las familias prestan a la propia Administración cuidando como suyos a los hijos de todos. De ahí que las familias pidan que la Administración coordine sus esfuerzos y dé más facilidades a las familias acogedoras. Destacan que las ayudas no son para ellos, sino para los menores. Y sostienen sus argumentos en un sólido razonamiento: es mucho mejor para los menores y más barato para la Administración tenerlos en familias que en centros. Una solución que proponen es la creación de una cartilla que garantice a los menores que todas sus necesidades están cubiertas, y ahorre a las familias la necesidad de dar explicaciones constantemente y luchar por que se respeten los derechos de los niños.

Mientras tanto, Chelo seguirá acogiendo menores hasta que no le queden 'fuerzas'. Y como ella, María José, y el resto de familias valencianas seguirá cuidando de niños que necesitan un hogar y ofreciendo una cálida alternativa a los centros de menores.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_