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ES EL MOMENTO DE... | PROPUESTAS

Cortejos en las alturas

En la naturaleza asistimos a incesantes intentos y no pocos logros de burlar la norma. Sobre todo, ésa de las citas insoslayables. Lo espontáneo aprovecha la menor oportunidad para anticiparse o retrasarse, para explorar lo todavía desconocido, para crear la novedad. Y para confirmarlo, observemos sencillamente que es ahora, en pleno arranque del invierno, cuando florecen varias decenas de plantas, cuando se aparean unos pocos animales y sobre todo cuando allá, en el más frío de los paisajes, el cielo, se encelan por lo menos tres de las más llamativas especies de aves. Casi todos nuestros buitres, con la excepción del alimoche, friolero que prefiere viajar a la región etiópica, andan de amores.

El quebrantahuesos y los dos buitres, leonado y negro, acuden a lo alto para exhibirse con alardes de sincronía y precisión velera. Porque estas aves, de inquietante aspecto cuando están quietas o alimentándose, son manjar para nuestros ojos cuando vuelan. Pero mucho más ahora, momento en el que celebran ceremonias basadas en la ingravidez.

Los dos buitres, a menudo, forman un cuerpo de baile que representa una coreografía inicialmente basada en un coro de espirales en la que participan muchos ejemplares. Luego, lentamente en un paso a dos, las parejas se desglosan para proclamar su reciprocidad con un vuelo ajustado, sincrónico y casi rozándose, que convierte en uno lo que era dos. O tres, porque nada raros resultan los tríos en el mundo de los quebrantahuesos. Dos machos que se encelan y copulan con una misma hembra son, a menudo, los que participan estrechamente en la creación del porvenir de esta rara y escasa especie a la que, de momento, sólo veremos en los Pirineos.

Los leonados cuentan con unas 8.000 parejas, que forman colonias en casi todas las montañas de España, con la excepción de Galicia, Baleares y Canarias. Los buitres negros son casi 800 parejas, distribuidas por 17 colonias. Todas ellas, menos la residual de Mallorca, escondidas en los bosques más remotos del cuadrante suroccidental de la Península.

En suma, que mirar ahora a lo más alto tiene premio.

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