Begoña Olavide rescata en un disco el sonido medieval del salterio

Begoña Olavide (Madrid, 1960) había finalizado la carrera de flauta y era concertista habitual de Vivaldi, Bach o Haendel cuando conoció al luthier Carlos Paniagua. Él fue quien le descubrió la inconfundible tímbrica del salterio, una tabla de cuerdas de tripa que se percuten con pequeñas mazas o plectros, igual que el qanún árabe o el cimbalón del Este europeo. Paniagua y Olavide son ahora marido y mujer, y el salterio, el protagonista absoluto en los 11 cortes del disco Toques en el tiempo, que acaba de ver la luz. 'El salterio es un instrumento muy misterioso. No quedaba un solo ejemplar original, ni siquiera en museos, y había que reconstruirlo a partir de códices o esculturas. Por eso me resultado tan fascinante', explica Olavide.

Toques en el tiempo se nutre de romances, cancioneros renacentistas y cantares de la España árabe, un repertorio con entre cinco y nueve siglos de antigüedad. 'Lo que más me atrae es la idea de la atemporalidad', apunta su intérprete y vocalista. 'Nunca he pretendido hacer música antigua. Mi acercamiento a esas melodías seculares siempre es desde una perspectiva muy actual'. A Olavide también le maravilla comprobar cómo los autores medievales sólo escribían la melodía central y dejaban el resto de la pieza al criterio de los instrumentistas. 'El medievo permite un margen colosal de improvisación, un poco como sucede en el jazz'.