Convocatoria masiva de plazas ante la LOU
Hace justo un año, el 18 de diciembre de 2000, firmábamos la ministra de Educación, doña Pilar del Castillo; el presidente de la Comunidad de Madrid, don Alberto Ruiz-Gallardón, y los rectores de las seis universidades públicas madrileñas el documento que aplicaba en nuestra Comunidad el llamado Plan Rajoy, que, entre otras materias de carácter económico, preveía en su apartado 5º, página 4ª, 'abordar un programa de estabilidad y promoción del profesorado'. Dicho plan, acordado con buen criterio entre el ministerio y los sindicatos de profesores y concretado en las diferentes comunidades autónomas, tenía como finalidad resolver un conjunto de problemas de profesorado que se habían venido acumulando durante años y a los que no se podía dar más largas. En escasos doce meses, la ministra ha pasado de avalar un documento a intentar, con acusaciones infundadas, que sus previsiones no se lleven a efecto.
Con el evidente propósito de sacar adelante su LOU, en contra de la opinión de las universidades y de buena parte de la sociedad, el equipo ministerial y su entorno político y mediático han llegado a advertir a la opinión pública de que el principal problema de la Universidad española es la baja calidad del profesorado, ofendiendo injustamente a decenas de miles de profesores que realizan su trabajo con toda corrección y elevando a regla la excepción, un rasgo más de su pobreza argumental.
Pues bien, en la Universidad Autónoma de Madrid el pasado año los estudiantes contestaron más de cien mil encuestas sobre sus profesores, y las calificaciones medias (normalizadas de 0 a 10) para unos dos mil profesores fueron de 8,5 en cuanto al dominio de la asignatura y de 7,6 en cuanto a la satisfacción general con el trabajo del profesor. En lo que se refiere a la investigación es bien conocido que las universidades y el CSIC han experimentado un avance espectacular en las dos últimas décadas. Por poner un ejemplo, en 1980 España producía el 0,7 % de las publicaciones científicas y en la actualidad produce el 2,5%. Estos resultados, mejorables pero no desdeñables, han sido obtenidos en su mayor parte por profesores permanentes que han obtenido su plaza por el sistema aún vigente, por investigadores del CSIC seleccionados por tribunales en los que el sorteo no desempeña ningún papel y por asociados, ayudantes y becarios que también han superado un sistema de selección exigente.
Recordemos que desde el año 1984 todos los concursos de profesorado se realizan con el sistema previsto en la LRU, con un tribunal en el que dos miembros son designados por el departamento y la universidad que convocan la plaza, no por los candidatos, y los otros tres, por sorteo nacional. Con este sistema han obtenido un puesto de catedrático o titular, de universidad o de escuela universitaria, la inmensa mayoría de los profesores del país, incluidos los miembros del equipo ministerial. Al menos en la Universidad Autónoma de Madrid, muchas de esas personas han ganado premios nacionales de investigación, son académicos, pertenecen a prestigiosos comités y sociedades científicas, humanistas y médicas, nacionales e internacionales, son nombrados para formar parte de las magistraturas del Estado o de los más altos servicios económicos y sociales de empresas e instituciones. El balance no es malo y nadie en medio de esta campaña mediática y ministerial debe sonrojarse por haber obtenido un puesto con este sistema. Somos muchos los que pensamos que el sistema de selección propuesto en la LOU ya se experimentó en sus rasgos básicos en el pasado y no funcionó mejor. Es posible que con el sistema actual se hayan producido algunos abusos, pero menos que con los antiguos tribunales nacionales. No favorece, en contra de lo que se dice, a los jóvenes que se están formando en el extranjero u otras instituciones. Al contrario, la peregrina idea de incluir, con todo detalle, en toda una ley orgánica procedimientos arcaicos y sin parangón en el mundo universitario al que se dice que queremos acercarnos, como que los concursantes deben exponer una lección del programa elegida por sorteo en un bombo, no creo que anime a esas personas, ni mucho menos a investigadores ya consagrados, a acercarse a la Universidad española. Es obvio que los docentes deben dominar las asignaturas que imparten, y la Universidad tiene procedimientos para velar por la calidad docente de sus profesores.
Además, se vuelve al antiguo sistema, en el que las decisiones las toma una comisión seleccionada por sorteo, que luego desaparece, recayendo las únicas responsabilidades exigibles en caso de una mala selección sobre las universidades, que no han tenido ninguna participación en dicha selección. No creo que ninguna persona conocedora del valor esencial que tiene la gestión de recursos humanos en una empresa o en una institución pueda recomendar este procedimiento. En particular, resulta paradójico que mientras el Partido Popular defiende con tanta pasión estas medidas en la Universidad, en las mismas fechas propugne la endogamia más absoluta en el Poder Judicial.
Por referirme de nuevo al caso de mi propia universidad, el diario El Mundo, que para defender a la LOU y al equipo ministerial ha venido denigrando al conjunto del profesorado universitario y a los estudiantes, se ha escandalizado por la convocatoria de 140 plazas por parte de la Universidad Autónoma de Madrid para enchufados y colocables. Nada más lejos de la realidad. En noviembre, de acuerdo con el plan firmado por la ministra y con las previsiones presupuestarias de la Comunidad de Madrid, se han convocado quince cátedras y treinta y cinco plazas de titular, no para enchufados, sino para profesores que han superado controles más exigentes que los que impone la LOU, algunos de ellos de perfil académico y científico muy destacado, tal y como se ha comentado más arriba. Además, tendrán que competir en un concurso público ante un tribunal riguroso y neutral con todo aquel que se quiera presentar. A lo largo del año se fueron convocando cuarenta y tres vacantes por jubilación y diecinueve plazas para atender a las nuevas carreras que se han implantado en la universidad. Finalmente, la Autónoma de Madrid ha convocado, mediante riguroso concurso, seis cátedras estratégicas, destinadas específicamente a fichajes externos para cubrir disciplinas innovadoras. Cabe añadir que después de estas convocatorias, y de las que nos gustaría realizar para el año 2002, quedan en esta universidad más de ochocientos profesores contratados que merecen unas expectativas más halagüeñas. No tenemos de qué avergonzarnos en estas cuestiones, sino que nos sentimos orgullosos de nuestra política de profesorado y del apoyo que hemos recibido de la Comunidad de Madrid y del ministro Rajoy. Desgraciadamente, la aprobación de la LOU dificultará en gran medida que las universidades públicas planifiquen seriamente la selección de su profesorado, pieza clave de la autonomía universitaria.
Raúl Villar es rector de la Universidad Complutense de Madrid.
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