Una excavadora municipal derriba un nuevo foco de droga de Vallecas
Los toxicómanos dormían al llegar los agentes
El Ayuntamiento cumplió ayer su compromiso y desmanteló por sorpresa, a primera hora de la mañana, la sucursal que los narcotraficantes del poblado de Las Barranquillas habían abierto en agosto pasado en pleno casco urbano de Villa de Vallecas. La maquinaria municipal y varios coches policiales llegaron al lugar a las 9.30, cuando los toxicómanos aún dormían. Los agentes los despertaron y obligaron a abandonar el asentamiento. No hubo enfrentamientos.
Un grupo de toxicómanos abandonó el poblado corriendo en cuanto vio llegar los primeros coches patrulla, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Policía Municipal. Además de los vehículos policiales, se presentaron en el lugar una ambulancia del Samur, un camión y una excavadora municipal.
Este poblado ahora desmantelado surgió el pasado verano como una sucursal de Las Barranquillas, el mayor hipermercado de droga de Madrid. Como Las Baranquillas se encuentra a dos kilómetros de la boca de metro más cercana, los narcotraficantes decidieron abrir una sucursal en pleno Villa de Vallecas, junto al metro. 'Los toxicómanos que por aquí vienen son inmigrantes que carecen del permiso de residencia. Se han marchado corriendo en cuanto nos han visto, porque temen ser detenidos y que los expulsen', explicó un agente de la policía municipal.
El asentamiento, en el que vivían de forma permante unas quince personas, estaba formado por dos infraviviendas y una decena de tiendas de campaña. Los operarios municipales, con el concejal presidente de la junta municipal del distrito de Villa de Vallecas, Ángel Garrido, a la cabeza, dieron tiempo a los habitantes del poblado a hacer el petate y recoger sus cosas antes de abandonar el lugar. 'Algunos hasta han recogido la tienda para instalarse en otro lugar', comentó otro policía.
La máquina excavadora del Ayuntamiento derribó primero las dos chabolas y dedicó a continuación varias horas a excavar hoyos en el terreno para impedir que las infraviviendas se vuelva a levantar. 'Si dejamos el terreno liso, volverían esta misma tarde para instalarse en el mismo sitio', afirmó un agente.
Los operarios municipales limpiaron la basura que quedó en la zona y le prendieron fuego. Lo que no pudieron quemar o era demasiado grande, como somieres o sillas, lo cargaron en un camión y lo llevaron al vertedero.
De todas formas, los toxicómanos que habían huido se escondieron por las inmediaciones del poblado, algunos entre las vías del tren, por si podían volver a instalarse. Pero, al ver que las máquinas y el fuego arrasaban con todo, decidieron marcharse. Caminaban con grandes sacos al hombro, arropados con mantas, y se tambaleaban al andar.
El concejal Garrido afirmó ayer que 'lo importante, despues de eliminar este foco marginal de venta de droga, es mantener la presencia policial en la zona como medida disuasoria para evitar que el foco vuelva a surgir'.
Ignacio García, de la asociación vecinal Ahora, uno de los primeros en denunciar el tráfico de droga en el asentamiento y la inseguridad que generaba en la zona, dijo: 'No soy un hombre que vote al Partido Popular, pero he de reconocer que el concejal ha cumplido su palabra y ha actuado con diligencia'. García, sin embargo, mantiene que lo que se ha hecho 'es una solución parcial al problema de la droga'.
El portavoz vecinal concluyó: 'Lo que se ha hecho sólo sirve para trasladar un problema, no para darle una solución, y ya va siendo hora de que se coja el toro por los cuernos y se hable de legalizar el consumo de droga para que la administración sea la que controle las condiciones higiénico-sanitarias en las que los toxicómanos consumen la droga'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.