Mueren 19 enfermos en el incendio de un centro de rehabilitación en Italia
La resina de vidrio usada en la construcción favoreció el desarrollo del fuego
Diecinueve enfermos mentales, muchos de ellos con graves problemas motores, fallecieron ayer en el incendio que destruyó casi completamente el centro de rehabilitación de San Gregorio Magno, en la provincia de Salerno, no lejos de Nápoles. Otros nueve internos pudieron ser rescatados por las enfermeras.
Las llamas se iniciaron al filo de la una de la madrugada, cuando los 28 residentes (el número 29 había obtenido permiso de fin de semana) del centro, atendido por tres enfermeras, dormían. Tres módulos prefabricados fueron inmediatamente destruidos por el fuego, que se desarrolló con enorme rapidez, devorando la estructura de resina de vidrio y toda la construcción.
La instalación, integrada por cinco módulos prefabricados, había sido regalada por el Gobierno de Francia a los damnificados en el terremoto de noviembre de 1980, que golpeó duramente la provincia. Una vez abandonado por los habitantes sin techo, la sanidad pública decidió acondicionarlo en 1997 como centro de atención a enfermos con graves problemas psiquiátricos y motores.
La primera hipótesis de los bomberos, que llegaron al centro con notable retraso desde que se inició el siniestro, es que las llamas fueran provocadas por un cortocircuito en la instalación eléctrica general o en alguna de las estufas que calentaban los cuartos. El material del prefabricado, una resina de vidrio sumamente inflamable, habría contribuido de manera decisiva a la tragedia.
El factor aislamiento desempeñó también un nefasto papel en el suceso, porque el centro estaba situado en una zona apartada entre las localidades de San Gregorio Magno y Buccino sin cobertura para los teléfonos móviles. Cuando las enfermeras del centro, despertadas por las llamas y por los gritos de los pacientes, intentaron dar la alarma, la instalación telefónica fija no funcionaba y los teléfonos móviles carecían de señal.
'La alarma la dio un automovilista con su teléfono móvil y sólo gracias a que el telefonista de la central conocía muy bien este área pudimos ubicar el lugar del incendio', explicó ayer el comandante de bomberos Aldo Sabatini. En todo caso, reconoció Sabatini, 'el aviso nos ha llegado con mucho retraso'.
Bomberos a 50 kilómetros
El cuartel de bomberos más próximo al centro siniestrado estaba a 50 kilómetros, una distancia excesiva según los sindicatos de bomberos, que ayer acusaron a la Administración de no haber previsto los riesgos de esta desmesurada distancia.
Familiares de las víctimas -en el centro había hombres y mujeres de entre 25 y 60 años de edad- subrayaron la escasez de enfermeras, sólo dos en el turno nocturno. Una de ellas relató ayer las dificultades que afrontaron para poner a salvo a los enfermos, dada la rapidez con que se propagó el incendio. 'Vi la primera llamarada alzarse en una esquina y enseguida alerté a mi compañera. Pusimos a salvo a algunos pacientes, pero a nuestro alrededor todo estaba oscuro y el humo era muy denso', declaró la enfermera.
La fiscal del tribunal de Salerno, María Carmela Polito, encargada del caso, descartó que el accidente pudiera ser intencionado. 'Si hay una inculpación, será por delito culposo', dijo.
Sin embargo, el diputado de Alianza Nacional Franco Cardiello, que se personó en el centro para observar los estragos, se declaró seguro de que 'en esta tragedia existen graves responsabilidades'.
Cardiello se declaró destrozado por la visión de los cadáveres carbonizados en sus camas. 'Los materiales con los que estaba construido el centro no se utilizan ya, son muy inflamables', dijo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.